Capítulo 35

1.6K 114 3
                                    

La primera en despertar aquella mañana fue Natalia pues, entre las vueltas en la cama pensando en cómo hablaría con Alba y Queen maullando para que abriese la puerta cada dos por tres, no había pegado casi ojo. Salió de su habitación, tras quitarse como pudo a la gata de encima, y encontró a las chicas en el colchón durmiendo a pierna suelta y a su hermano en el sofá ocupando lo mínimo posible de lo acurrucado que estaba.

Tras ver aquella superpoblación en su salón, decidió hacer café para aquel trío de marmotas. Justo al terminarlos volvió al salón bebiéndose el suyo, totalmente dispuesta a levantar a aquellos invasores.

Y pensar que antes de conocer a Alba era yo la que dormía a pierna suelta hasta las tantas y no ella.

Aquel pensamiento le hizo sonreír como una boba mientras admiraba la carita de dormida de Alba que, como si se sintiera en peligro, abrió los ojos de golpe encontrándose con la morena que la miraba con cara de estar a punto de caérsele la baba.

- ¿Todo bien Nat? – preguntó viendo que la morena se ponía nerviosa y miraba para todas partes excepto a ella.

- Sí, eh... Es que... Estaba mirando que no sabía si tenías un bicho o era un lunar.

- ¿Un lunar?

- Eso es.

- ¿En la cara?

- Sería un bicho – dijo corriendo en dirección a la cocina y huyendo de la mirada perpleja de Alba.

- Vamos que estaba embobada mirándote – escuchó Alba a su lado, sabía que, si Marina no dormía cómoda, se despertaba de mirarla.

- O eso, o tenía un bicho en la cara.

- Yo prefiero pensar que te miraba.

- No si yo también, barriendo pa lo mío – empezaron a reírse las dos hermanas como si nadie más estuviera a su lado.

- Bueno, he intentado omitir el olor a café, pero vuestras risas son imposibles de omitir.

- Espero que de bonitas Santi – dijo Marina.

- Eh... Voy a ir a ayudar a mi hermana que creo que me está llamando... - y salió corriendo también en dirección a la cocina.

- Definitivamente... Son hermanos.

- ¿Llegaste tú sola a esa conclusión?

- ¿Mimimi mimimi?

- Pues a lo mejor sí que era un bicho eh – soltó Marina ante la burla de su hermana.

- Serás idiota – y, como contestación a la provocación, Alba se abalanzó encima de ella haciéndole cosquillas. Hacía años que no despertaban así.

Mientras, en la puerta de la cocina, había una conversación mucho más silenciosa.

- Qué guapa es.

- ¿Cuál es mi café?

- Es que mira qué sonrisa. Increíble.

- ¿Nat?

- Por no hablar del culo, en fin, ese culo no es de este planeta.

- ¡Natalia! – le gritó Santi sacándola del trance y provocando que las hermanas, que estaban enzarzadas en una guerra de cosquillas, se girasen hacia donde había sonado el grito, interrumpiendo brevemente su lucha particular.

- Gilipollas, no grites – dijo Natalia susurrando.

- Es que no te enteras.

- ¿Qué?

El amor es para valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora