Cuando Alba llegó a su casa, tras una larga caminata en la que se acabó varias de sus playlist favoritas, no se esperaba en absoluto ver al causante de la sensación de insuficiencia que le había recorrido el cuerpo en los últimos momentos.
Carlos se paseaba, aparentemente intranquilo, justo delante de la puerta que daba a la casa donde vivía Alba.
No puede ser, la persona a la que más ganas tengo de ver, vamos.
¿Esa no es...?
Cállate, que era ironía. ¿Además, tú no te habías ido?
Te dije que volvería en cuanto espabilaras.
Y dejar a Carlos era espabilar, ¿no?
Efectivamente, querida.
Alba siguió caminando hasta plantarse delante de la puerta para intentar abrirla, haciendo caso omiso de la figura que la miraba esperando algún tipo de contacto visual.
No mires, no hables. No mires, no hables.
Sacó las llaves de su mochila y, sin desconectar sus auriculares, intentó meter la llave en la cerradura. Sin éxito. La presión de tener a alguien mirándola fijamente era superior a sus fuerzas.
No mires, no hables. No mires, no hables.
Un nuevo intento de abrir la puerta que resultó fallido, pues empezó a notar como Carlos acortaba la distancia que los separaba, aunque todavía no había emitido ningún sonido.
No mires, no hables. Puta puerta ábrete.
El corazón de Alba iba a mil por hora. No le apetecía en lo más mínimo seguir lidiando con lo que sea que fuera a decirle su ahora ex. No tenía la más mínima intención de perdonarle, no quería verle, no quería seguir respirando el mismo aire que él. Para Alba una traición era suficiente. Una y no más.
Carlos se había aproximado lo suficiente a Alba como para que sintiera su respiración en el cuello, apestaba a alcohol y podía sentir que se encontraba demasiado agitado.
Justo en el momento en el que Alba consiguió meter la llave en la cerradura, Carlos colocó su mano encima de la de ella, con firmeza, impidiéndole girar la muñeca para poder abrir la dichosa puerta que tanto se le había resistido. Y, por fin, emitió el primer sonido.
- Alba... - solo había pronunciado su nombre y la peste a alcohol que emanaba de su boca hizo que a Alba casi le entraran arcadas.
No tengo suficiente con el alcohol que tengo yo en el cuerpo, que viene aquí el colega de vuelta y media.
- Venga, Alba... - volvió a pronunciar.
- ¿Qué quieres Carlos? – intentó ocultar el nerviosismo que le provocaba esa situación con una actitud borde que casi le sorprende hasta a ella.
- Quieero que hablemoss... Creo que hass confuncido lass cosssaaass... - no necesitaba confirmación, pero el hecho de que hablase arrastrando las palabras, reafirmaba que Carlos estaba más ciego que a oscuras.
- Yo no he confundido nada, Carlos. Y vas muy borracho, creo que será mejor que, en todo caso, hablemos otro día.
- No quieero hablaar otroo día. Nesessito hablaar ya.
La fuerza con la que Carlos tenía agarrada la mano de Alba le sirvió también para poder girarla sobre sí misma y pegarla contra la puerta. En esa posición Carlos tenía total ventaja sobre el diminuto cuerpo de Alba, pues estaba totalmente aprisionada. La tenía completamente sujeta por las muñecas, sin posibilidad alguna para Alba de poder zafarse del agarre.
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El amor es para valientes.
FanfictionNatalia, una motera a priori insensible que esconde un lado enternecedor. Alba, inocente pero totalmente arrolladora cuando nadie se lo espera. ¿Será capaz el destino de unir dos mundos totalmente distintos que acaban de chocar por accidente?