Capítulo 13

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El mundo se paró en el mismo instante en el que Natalia abrió los ojos y vio allí a Alba, tan tranquila sobre su pecho, como si nada pudiera perturbar su sueño. Miró detalle a detalle cada milímetro de su cara, como caía el pelo sobre su frente, como hacía gestos indicándole que todavía se encontraba profundamente dormida.

Natalia no es que fuera mucho de madrugar, más bien todo lo contrario, pero era como si su cuerpo le dijera que estaba durmiendo con una mujer preciosa y tenía que despertar para poder admirar esa belleza tan natural que sólo se da cuando estamos en un sueño profundo.

Continuó mirándola hasta que se aprendió hasta el número de pestañas que tenía en cada párpado, hasta que se sabía de memoria lo que medían sus labios, hasta que nadie fuera capaz de conocer mejor que ella cuál era el ángulo de su barbilla. La miró hasta que se llenó el alma de ella.

No quería despertarla, tampoco es que fuera excesivamente tarde, aunque en realidad no sabía el concepto de tarde que tenía la rubia que dormía tranquilamente apoyada en ella. Se quedó pensando que, en realidad, no tenía ni idea ni de su concepto de tarde ni de su concepto de madrugar, de cuánto azúcar le echaría al café, de si era más de Nesquik o de Cola Cao, de si cantaba en la ducha, del tiempo que podría tardar en darse un baño relajante, si era una maniática del orden o si le gustaba leer antes de dormir, pero, a la misma vez, le entraron ganas de conocer todo aquello. Le entraron ganas de ser de esas personas que solo necesitan mirarse para saber lo que necesita cada una.

Estamos ñoñas esta mañana, ¿eh?

Yo no soy ñoña, no te equivoques.

Ya, ya... Pues a ver por qué todavía no has ido a por el café.

Cállate.

No tenía ninguna gana de salir de allí para hacerse un café, aunque conociendo a la Mari capaz era de haber calentado pizzas y de haber sacado cervezas para todas. Decía que esas dos cosas eran el mejor remedio para sobrevivir a una noche en la que te has pasado bebiendo, que había hecho un estudio sobre ello que le avalaba.

Quiso quitarle un mechón que le había caído en el ojo, pero justo en el momento que acercaba lentamente su mano, Alba despertó. Natalia se quedó a mitad de camino sin saber si quitarle o no ese mechón rebelde, mirando fijamente a Alba que, a su vez, la miraba fijamente con el ceño un poco fruncido y un ojo a medio abrir.

- ¿Qué haces? – dijo Alba rascándose el ojo en cuestión.

- Pues iba a apartarte un mechón que tenías ahí, pero veo que ya no es necesario – le dio un besito en la frente con una sonrisa que por poco se le sale de la cara.

- Podría acostumbrarme a despertarme contigo y que me des un besito en la frente. Pero, por favor, no te me quedes mirando embobada si despiertas antes que yo – se acercó a su boca, como por inercia, para darle un pequeño beso, pero se quedó a mitad de camino, dejando a Natalia con los ojos cerrados y poniendo morritos.

Al ver que sus labios no chocaban, Natalia abrió un ojo y observó a Alba riéndose ante aquella estampa de persona. La única reacción que tuvo Natalia fue ir a hacerle cosquillas por haberle dejado con las ganas, con la mala suerte de que calculó mal y en vez de cosquillas lo que hizo fue chocar con la cabeza de Alba.

- ¡Joder! Si te vas a poner así de agresiva, nunca más te dejo con las ganas – dijo Alba echándose las manos a la cabeza exagerando todo lo posible el dolor del cabezazo – menudo cabezazo, por esto seguro que me tienen que dar puntos.

- ¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón! – dijo Natalia abrazando a Alba y repartiendo besos por toda su cabeza – te prometo que no lo he hecho queriendo. Ha sido completamente involuntario, sin querer.

El amor es para valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora