Capítulo 17

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Natalia se despertó sobresaltada, había estado teniendo una pesadilla y no hacía más que sudar. Fue a coger su teléfono y sonó el timbre sin que llegase a desbloquearlo. Se levantó y se aproximó hacia la puerta, en el reloj marcaban las 3:43 de la mañana.

Descolgó el interfono y preguntó quién era, pero nadie contestó. Tampoco había tardado tanto como para que la persona que había tocado se fuera sin más. Decidió hacerse una tila para ver si le volvía a entrar el sueño por alguna casualidad. Pero antes de llegar a girarse del todo, sonó la puerta.

Se quedó un rato mirando hacia ella y pensó quién podría haber entrado en el edificio a esa hora. Miró por la mirilla, pero no vio a nadie. Le resultó muy extraña toda la situación, pero se quedó cerca de la puerta, por si acaso volvían a tocar.

Tras unos minutos sin que la persona diera señales de vida, se fue a girar nuevamente hacia la cocina. Pero volvió a sonar la puerta, esa vez corrió a por ella y abrió de golpe. Allí no había absolutamente nadie. Miró hacia las escaleras de abajo, nada. Miró hacia las escaleras que conducían al piso de arriba, nada.

- Sois muy graciosos tocando a estas horas de la mañana, ¿eh? Tela de graciosos – dijo volviendo hacia su casa.

Cerró la puerta tras de sí y fue hacia la cocina, esta vez no sonó el timbre, con lo que Natalia respiró aliviada. Quien fuera se había pirado y ya podía tomarse su tila tranquilamente.

Cuando entró en la cocina vio a una chica rubia que le daba la espalda, se quedó completamente parada en el marco de la cocina, sin saber muy bien cómo había entrado esa persona que, por las características, parecía Alba.

- ¿Alba? – preguntó, pero solo recibió el silencio como respuesta - ¿Alba qué haces aquí? – fue a acercarse a ella, pero no podía moverse. Estaba completamente inmóvil apoyada en el marco de la puerta mientras la rubia hacía y deshacía a su antojo en la cocina - ¿Cómo has entrado? – volvió a preguntar, silencio; intentó moverse, imposible.

Se resignó a quedarse en la puerta apoyada, sin poder moverse en su propia casa, ¿qué era lo que le impedía acercarse? Natalia no entendía por qué quería echar a andar hacia la rubia, pero le resultaba imposible. Quizá estaba en shock, y verla ahí, en su cocina, sin esperarla, sin haberla visto entrar, había sido un choque muy fuerte para ella.

Miró hacia sus pies, pudo ver que estaba vestida, ¿en qué momento me he dormido con la ropa puesta? Pensó. Volvió a levantar la vista hacia la rubia, esta vez estaba mirándola fijamente. Tenía la mirada completamente vacía, como si verla no le inspirase nada. No se parecía en absoluto a la Alba que había despertado con ella noches atrás.

Intentó hablar, pero no salió ningún sonido por su boca. Intentó moverse, pero seguía apoyada en la puerta, como si se le hubiera pegado la ropa y fuera incapaz de realizar cualquier movimiento.

- Natalia, ¿es que no te das cuenta? – dijo Alba de pronto, mirando como al infinito – en la vida vas a ser capaz de ser suficiente para mí – algo en la cabeza de Natalia hizo 'clic', recordaba aquellas palabras, pero, ¿de qué? – No me digas que no sabes a lo que me refiero, ¿tan tonta vas a ser? Sabes de sobra lo que está pasando aquí.

- No, no lo sé - ¿cómo había hablado? No tenía ni idea, pero ella no había dicho absolutamente nada.

- Mira, Nati - ¿Nati? Alba nunca la había llamado así, solo una persona en toda su vida la había llamado así – Estoy cansada, no me das lo que necesito, sabes que estoy hablando con más gente y aquí sigues – Natalia parpadeó varias veces, no tenía sentido nada de lo que Alba le estaba diciendo, ¿no le daba lo que necesitaba? ¿Era insuficiente para ella? – Así que, se acabó.

El amor es para valientes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora