Un desastre.
Un chico deprimido.
Sarcástico.
Lleno de mentiras.
No le queda nada.
Llegó a mi vida en mi peor momento y me dio fuerzas.
Cargó con mis angustias y miedos.
Todo eso es Jaden.
Cuando se ama simplemente lo entregas todo y salir destruida...
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Jessica Jones
Termino de pasar el labial tono mate burdeo claro por mis labios mientras me miro por el espejo.
Suelto un suspiro y acomodo mi cabello castaño oscuro hacia atrás, pensando en si debo llevarlo en una coleta alta o suelto.
Decido llevarlo suelto.
—¡Hey! Te ves distinta hoy. Te traje panqueques y un jugo de naranja— dice papá entrando en mi habitación con una sonrisa, también sonrío.
—Gracias.
—¿Cómo va la escuela, eh?— pregunta mientras ambos nos sentamos en mi cama, llevo mi primera rebanada de panqueques a mis labios.
—¿Artes? Si, he hecho un par de pinturas que han dejado impresionada a la señorita Lewis— digo intentando desviar el tema de otras materias como matemáticas, cálculo, historia y otras que por mucho que estudie no logro entender.
Él sonríe— ¿En serio? Quiero verlas.
Sonrío entusiasmada y se las muestro.
No sé por qué siempre me preocupo tanto, papá no es como los demás padres, él, en lugar de reprocharme por no tener aptitudes para materias que odio, se enorgullece de mi para las que si tengo talento.
Como artes.
Besa mi frente— Realmente son maravillosas, hija... especialmente este— dice señalando el lienzo en el que pinté a Abby en el puente del cruce, resaltando excesivamente su brillante cabello rubio, obviamente teñido.
Sonreí de lado, de pronto sintiéndome nostálgica.
Seguimos hablando hasta que acabé mi desayuno y escuché la bocina sonar de afuera.
—Debe ser Peter apurándome— digo poniéndome en pie.
—Hablando de Peter...
—No, pa. Aún no me he enamorado de él.— digo riendo
—Solo digo que ya he asumido que algún día alguien te quitará de mi lado y sinceramente Peter me parece un buen chico. Además, vamos hija, el chico no es feo, sus ojos azules pueden darle buenos genes a mis nietos.
Arrugo la nariz disgustada.
—No deberías pensar en nietos a tus 34 años. Mi cerebro es algo más evolucionado para no saber utilizar un condón a los 17— digo divertida burlándome
—¡Oh, maldita! Ese fue un golpe bajo.
Reí— Adiós, pa.
Beso su mejilla y salgo de mi habitación rápidamente para poder bajar las escaleras y salir a encontrarme en la gastada camioneta con Peter.
—Lo lamento, papá intentaba convencerme de enamorarme de ti otra vez— dije riendo una vez que estuve sentada en el asiento del copiloto.
—¡Ojalá tuvieras tanta suerte! Aunque si sería genial tener una historia de amor de un cliché, ¿No? ¿Qué dices, Jonie?— me pregunta riendo y pasando su brazo por mis hombros.
