Un desastre.
Un chico deprimido.
Sarcástico.
Lleno de mentiras.
No le queda nada.
Llegó a mi vida en mi peor momento y me dio fuerzas.
Cargó con mis angustias y miedos.
Todo eso es Jaden.
Cuando se ama simplemente lo entregas todo y salir destruida...
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Jessica Jones
—¿Estás seguro de esto? No sé por qué estoy tan nerviosa— confieso a mi mejor amigo mientras subimos al porche de la casa del capitán del equipo de fútbol americano de nuestra escuela.
—Somos estudiantes de último año de preparatoria. Deberíamos tener una vida alocada de adolescentes. Te diría que te busques a un sexy deportista para tener una noche loca, pero creo. Creo. Que Jaden no estaría muy de acuerdo con eso.
Sonrío un poco— Solo entremos.
Peter y yo nos acercamos juntos al lugar donde se había destinado para los tragos, incluso hay un barman. Peter pide algo fuerte para los dos, nos quedamos tomando y conversando un rato hasta que una chica pelirroja, parte del equipo de las animadoras, invita a mi mejor amigo a bailar.
Le sonrío a Peter y debo gritarle para que me escuche por lo fuerte que está la música.
—¡Ve, diviértete! ¡Estaré bien!
Peter no alcanza a decirme nada porque la chica ya lo está arrastrando a la pista, suelto un suspiro mirando a mi al rededor, termino de tomar mi trago y me acerco al sofá grande y rojo que está en una esquina de la casa, agradezco que a nadie se le haya ocurrido adueñarse de él.
Me siento de piernas cruzadas cuidando que mi vestido negro y suelto no se suba demasiado y busco en mi bolso pequeño mi libreta de dibujo y mi lápiz, me concentro en dibujar diferentes cosas que me recuerdan a papá, no he podido evitarlo.
Dentro de aquellas cosas dibujo un caballo, mi abuelo tenía una granja antes de que muriera, ahora está siendo cuidada por uno de sus más cercanos amigos, en fin, a papá le encantaba ir a cabalgar al menos dos o tres veces al mes. Mientras dibujo los detalles de Jumpet, el caballo de papá siento a alguien sentarse a mi lado, cuando levanto la vista veo a Ben con un vaso inclinado hacia mi.
—¿Quieres un trago?— me ofrece, frunzo el ceño.
—No, ya he tomado uno, pero muchas gracias— digo y vuelvo a fijar mi vista a mi libreta.
—¿No te diviertes? Hay una pista de baile que se muere porque la pruebes.
Sonrío mirando a las personas bailando, si que pareciera que se la están pasando bien.
—Quizá en un rato, gracias— le digo y una vez más intento concentrarme en mi libreta.
—Podemos bailar juntos si quieres— dice pasando su mano por mi rodilla, quito mi mirada de mi libreta y veo su mano, entonces la quito.
—No, gracias.— intento hablar lo más educadamente. Entonces, una vez fijo mi vista en mi libreta.
Mi paciencia se ve considerablemente provocada cuando me la quita y la empieza a revisar.
—¿Qué es esto y por qué cuesta tanto que le quites la mirada?
