Un desastre.
Un chico deprimido.
Sarcástico.
Lleno de mentiras.
No le queda nada.
Llegó a mi vida en mi peor momento y me dio fuerzas.
Cargó con mis angustias y miedos.
Todo eso es Jaden.
Cuando se ama simplemente lo entregas todo y salir destruida...
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Jessica Jones
—Lamento interrumpir, David me dijo que te vio venir aquí y quise ver como iba... su entrenamiento— dice Jaden, suelta una risa irónica— ¿Sabes qué? Da igual, me largo— dice mirándome, se da media vuelta y comienza a caminar molesto.
Ni siquiera dudo un segundo en seguirlo.
—Jaden, espera— le digo intentando seguirle el paso por el pasillo, aunque no es fácil.
—Da igual, Jess. Nos estamos tomando un tiempo, ¿No?
—Si, pero no de este tipo de tiempo. Jaden, escúchame.
Entra a su habitación y me apresuro a abrir la puerta cuando intenta cerrarla de golpe, doy un paso adentro y cierro la puerta detrás mío.
—Jaden, yo...
Se da media vuelta de golpe y camina hacia mi a paso rápido, camino hacia atrás hasta que mi espalda choca contra la puerta, mi corazón se acelera cuando deja una mano a un lado de mi rostro apoyándose contra la puerta y la otra la lleva a mi cuello.
—No sabes cuanto he odiado ver como tus labios tocaban los de otra persona— susurra llevando su pulgar a mi labio inferior.
—Lo alejé.
—Tardaste demasiado.
—Estaba un poco aturdida... Adam y yo nos hemos hecho amigos estas últimas semanas...
Su mandíbula se tensa aún más.
—¿Te gusta?
—¡No! No, no me gusta. Me había estado sintiendo sola, Adam me había estado haciendo compañía, me besó y no supe como detenerlo.
Su mirada baja a mis labios, sin dejar de acariciarlos con su dedo pulgar.
—Prométeme que no volverás a besar a ningún otro. Prométeme que solo yo podré besarte... y tocarte.— susurra juntando nuestras frentes y bajando su mano lentamente para pasar solo la punta de su dedo por debajo de mis leggins, después deja su mano sobre mi cintura con firmeza, mi corazón late con una fuerza antinatural.—Prométemelo— insiste
Asiento— Te lo prometo.
Baja un poco su rostro y siento su respiración contra mi oído.
Mierda.
—¿Te parece si hacemos un tiempo fuera del tiempo que nos tomamos?
—Por... por favor— digo con mi voz temblorosa.
En cuanto acabo de hablar sus labios tocan los míos con una desesperación que me asombra.
Yo también estoy desesperada, mucho. Lo he extrañado como una desquiciada, lo necesito cerca, necesito sentirlo, necesito que me diga que me quiere, que así como yo le prometí que él sería el único que podrá besarme y tocarme, quiero sentir que yo soy la única para él.
