Un desastre.
Un chico deprimido.
Sarcástico.
Lleno de mentiras.
No le queda nada.
Llegó a mi vida en mi peor momento y me dio fuerzas.
Cargó con mis angustias y miedos.
Todo eso es Jaden.
Cuando se ama simplemente lo entregas todo y salir destruida...
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Jessica Jones
Tres y veintitrés con un segundo.
Tres y veintitrés con dos segundos.
Tres y veintitrés con tres segundo.
Tres y veintitrés con cuatro segundos.
Debo dejar de mirar el reloj como una desquiciada.
Intento prestar atención a la clase de la señorita Benson, pero fallo completamente, los problemas de la segunda guerra mundial no logran adentrarse a mi cerebro por el mero pensamiento de que en este momento Jaden está en San Francisco con su padre y quizá qué cosa podría estar haciéndole u obligándole a hacer.
No lo entiendo, ¿Cómo puede haber un hombre tan malo que sea capaz de maltratar y amenazar de muerte a su propio hijo con tal de que haga lo que él quiera?
Miro mi teléfono sobre la mesa, esperando un mensaje de Jaden diciéndome que estaba bien, prometió que lo haría, pero durante el día no he recibido ni siquiera uno
—Tranquila— me dice Peter a mi lado— Escribirá.
Sonrío débilmente y asiento.
Si, le conté lo de Jaden, no he podido evitarlo.
En fin, Peter y yo somos como uno solo, no puedo ocultarle nada por mucho tiempo.
Intento calmar mi pierna inquieta que se mueve de arriba hacia abajo por los nervios y saco mi libreta de dibujo, si hay algo que podría relajarme es esto. Estoy en la última fila, así que la maestra no nota que me desconcentro.
Comienzo a trazar las líneas y mi corazón se estruja al darme cuenta que nuevamente me encuentro con el dibujo de Jaden en el puente frente al río.
Simplemente... espero que esté bien.
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Acabo de llegar de la escuela y papá me mandó un mensaje avisándome que pasaría el día con unos amigos del trabajo y que probablemente llegaría muy tarde.
Intento distraerme dibujando un poco y escuchando música en la sala, pero no resulta, solo puedo pensar en Jaden y en que aún no me ha escrito.
—¿Qué haces?— pregunta Peter bajando las escaleras y acercándose, me quito los audífonos y suelto un suspiro.
—Intento distraerme.
—¿Funciona?— pregunta sentándose de un salto a mi lado en el sofá.
—Para nada.
—Deja que ya ha llegado tu mejor amigo, soy experto en distraer a las personas.
Sonrío— Ya lo creo.
—¿Te parece si pedimos pizza y hacemos un maratón de Gossip Girl o Friends? ¡O de Grey's Anatomy! Vamos, si no te distrae el poderosísimo Chuck Bass, lo harán las locuras de Chandler y Joey y si eso no lo hace, seguro lo hará el misterioso caso del zapato de Cristina Yang.
