Capítulo #27

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Estaba frente a la computadora, las horas pasaban y yo no podía hacer nada al respecto. No dejaba de pensar en la plática que recién había tenido con Lía, con respecto a su padre creo que me había quedado claro, es decir, sé que era algo muy complicado, y que no lo entendía completamente, pero lo entendía, de alguna manera, lo entendía. Sin embargo, el tema de su hermano me tenía aún más intrigado que cuando lo vi intentando cruzar la reja de la entrada de la finca. La vibra que Antonio me daba era muy negativa, sentía que ocultaba algo, y escuchando lo que Lía me acababa de contar de Antonio en la feria, me hacía pensar que él no venía en busca de Lía, sino de algo más, sin embargo, por más que mi cabeza seguía dándole vueltas al tema, nada venía a mi cabeza. Estuve moviéndole a la computadora sin darme cuenta que es lo que tenía frente a mí en la pantalla por lo perdido que me encontraba en mis pensamientos, en cuanto menos lo esperaba ya eran las dos de la mañana, y yo no había podido avanzar nada. Decidí ponerme de pie y salir a fumarme un porro para ver si el frio y la marihuana me ayudaban a que me diera un poco de sueño, ya que mi mente se sentía más activa que nunca, y sabía que tenía que despertar temprano para ir a la universidad.

Me puse una manta en los hombros y salí del loft para sentarme en uno de los escalones de la entrada al loft; prendí el porro y me recargue en la pared y me quede perdido viendo la luna que se encontraba arriba de mi iluminando todo el jardín y los árboles de la finca. Escuché como alguien se acercaba y al girar mi cabeza vi como Lía se acercaba con sigilo hacia mí, aunque no le había funcionado muy bien porque el crujir de algunas ramas en sus pies la habían delatado. Se acerco a mí y se sentó junto a mí, yo no dije nada, solo abrí mi brazo para que se metiera debajo de la manta, ella tampoco dijo nada, solo nos quedamos en silencio apreciando lo bella que se veía la luna en ese momento. Su cuerpo junto al mío hacía que el frio no se sintiera como lo sentía momentos antes, me encantaba sentirla cerca de mí, hacía que no me sintiera tan solo, como es que a veces el vivir en la finca y yo en el loft me hacían sentir; nunca había sentido a nadie tan cerca, así como la sentía a ella.

— Te puedo decir algo —. Le dije después de un tiempo en silencio, y es que Antonio no podía salir de mi cabeza —. Hay algo que no encaja en todo lo que me contaste...

—Mi hermano —. Me interrumpió mientras colocaba su cabeza sobre mis piernas y se colocaba en posición fetal debajo de la manta —. No he podido dejar de pensar en él desde ayer y sigo sin entender que es lo que hace aquí.

—¿Planeas investigarlo?

—¡No quiero! — dijo mientras se llevaba las dos manos a su rostro y lo frotaba con una carga de frustración —. Pero creo que no tengo opción ¿verdad?

—¿Crees que se aparezca nuevamente por aquí?

Lía no respondió a mi pregunta y yo no insistí. Nos volvimos a quedar en silencio; disfrutaba mucho de los silencios a su lado, se sentían completamente a el silencio de cuando me encontraba solo, y se sentían completamente diferentes a los silencios de cuando me sentía solo. Esta vez el silencio duro más de lo que había durado anteriormente, nos quedamos en silencio observando a la luna hasta que el techo del loft ya no nos permitió verla y fue en ese momento que decidimos entrar en el loft y nos tiramos en el sillón, aún en silencio y muy pensativos.

—Mierda —. Dije al recordar que tenía que comprar un libro, pero por todo el asunto con Antonio lo había olvidado por completo —. Se me olvido que tenía que comprar un libro. Voy a tener que comprarlo electrónico, me puedes pasar mi tablet del cajón que está detrás de ti. Pero la tablet, no el eReader, porque lo tengo que comprar desde la tablet.

Lía se dio media vuelta y comenzó a buscar en uno de los cajones de uno de los buros que tenía a los lados del sillón de la sala, cuando vi que cerro el cajón en donde guardaba esas cosas, le dije que ahí estaban, ella volvió a abrir el cajón y se quedó observándolo unos segundos.

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