Iba de regreso a la finca desde la universidad, Lía y Valeria venían conmigo, ya por la mañana Lía había aprovechado para irse conmigo a la universidad, aunque Valeria no había querido por miedo a llegar tarde, pero ya de regreso no había tenido ningún inconveniente en venirse con nosotros a la finca. Escuchamos música todo el camino; por alguna razón no podía sacar a mi madre de mi mente, sentía que tenía que ir a hablar con ella por la discusión que había tenido con mi abuelo; no tenía ganas de hablar del tema, sin embargo, sabía que sería un tema que tendría a mi mamá muy nerviosa, así que en el momento que llegamos a la finca le dije a Lía que me esperara en el loft, que iría a hablar con mi madre y que no tardaría.
Entre en la casa grande y se sentía más vacía de lo normal. Me asome en la cocina y solo vi a la nueva cocinera, le lance una sonrisa y salí de la cocina para ir a el segundo piso; toque la puerta del cuarto de mi madre, pero nadie me atendía, intente abrir el cuarto, pero estaba bajo llave, volví a intentar tocando la puerta unas veces más, sin embargo, seguía sin atender. Baje y la busque en el estudio y en todas las partes de la casa y cuando estaba a punto de salir de la casa me tope de frente con Maggie.
— Hola Maggie—. La salude —. ¿Sabes dónde está mi mamá?
— La señora salió—. Me contesto sin darme más detalles, pero con una mirada extraña.
— ¿Y sabes cuándo regresa?
— Creo que, en dos semanas, la verdad es que no me dijo mucho. Solo que iría a ver a tu papá.
— ¿Hasta África? — pregunté realmente sorprendido.
— Lo mismo le pregunte yo cuando me dijo y parece que sí...
— ¿Porqué no me dijo nada?
No lograba entender si me sentía aliviado de que no estuviera o enojado de que se escapara de esa manera sin siquiera preocuparse de saber que era lo que yo pensaba o estaba sintiendo con respecto a la estúpida pelea con mi abuelo, pero supongo tendría dos semanas para poder averiguarlo.
— Creo que necesitaba algo de tiempo con tu padre—. Maggie intento escusar a mi madre, pero ni ella lo creyó —. Deberías llamarla, creo que mañana temprano ya va a estar en África.
— ¿Y eso en qué me va a ayudar? — me pregunté casi susurrando mientras me dirigía hacia la salida.
— De mucho mi niño... de mucho.
Salí un poco aturdido de la casa grande, la verdad es que se me hacía muy extraño que mi madre hiciera un viaje como ese sin si quiera avisarme. Odiaba pensar que se sentía tan mal, que no pudo más y escapó a los brazos de mi padre; no podía reprocharle nada, mi padre tenía eso que lograba hacerte sentir seguro en cualquier circunstancia. Sin embargo, si a alguien tenía que culpar de que mi mamá tomará una decisión tan precipitada era a mi abuelo, él y su maldita mentalidad retrógrada y estúpida. Realmente no tenía ganas de verlo para nada y al menos sabía que por dos semanas no lo vería por aquí porque no tenía nada que hacer aquí si mi mamá no estaba y eso me tranquilizó un poco.
A quien sí tenía ganas de ver era a Lía, entre en el loft y estaba recostada en la cama con su computadora sobre sus piernas, volteó a verme y me sonrió.
— Pensé que tardarías un poco más y me puse a hacer una tarea.
— No te preocupes, tu sigue —. Le dije mientras dejaba mis cosas sobre el sillón y regresaba a la puerta —. Yo tengo que hacer una llamada, enseguida vuelvo.
Salí del loft y camine hacía la alberca y me senté en una esquina de la estructura con mis pies colgando en dirección al loft. Saqué una tarjeta que Jess me había dado al salir de la sesión con el Dr. Green, era el teléfono de la psicóloga que había atendido a el hermano de Jess unos años atrás; observaba la tarjeta y la paseaba por mis manos como intentando tomar el valor para marcar y hacer la cita que le había prometido haría llegando a la finca. No lograba percatarme del la verdadera sensación que me hacía sentir esa tarjeta bailando por mis dedos, sabía que tenía que hablar, pero no encontraba las fuerzas para hacerlo.
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Piérdete En Mí
RomanceTodo el tiempo pensé que a quien querías, necesitabas y tenías que salvar era a él, pero ese día tu mirada me dijo lo contrario, y aunque no lo quería escuchar, te armaste de valor y lo dijiste: "te quiero salvar a ti" y me quede helado. Te miraba d...