Capítulo #26

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Por unos momentos la finca y todo a nuestro alrededor habían quedado en segundo plano, ya no lograba escuchar nada a mi alrededor, lo único que lograba escuchar era el ligero y cada vez más tranquilo llanto de Lía resonando en mis oídos; la verdad es que no sé cuánto tiempo duramos abrazados, pero cuando nos separamos solo deje caer mi cuerpo a la tierra y me quede observándola, dudando en si ella aun quería seguir platicándome la historia sin embargo, yo no quería forzara a que me contara algo que no quería. Por alguna extraña razón sentía que yo era el culpable de las lágrimas que caían por el rostro de Lía.

— La verdad es que jamás había hablado de mi papá con nadie —. Me confeso mientras se limpiaba las lágrimas de rus rostro con la manga de su suéter.

—¿Por qué no tenías a quien contarlo o por qué no querías hablar del tema con nadie? — le pregunte, aclarando mi garganta con cada dos palabras que salían de mi boca.

Su mirara se perdió por unos momentos, como si estuviera recordando, o como si estuviera reviviendo sus pasando ante sus ojos. Me sentí un estúpido por haberle preguntado algo así y ella lo notó en instantes.

—Interesante pregunta señor psicólogo —. Me contestó mientras soltaba una inocente risa y se tronaba el cuello con un ligero movimiento de cabeza.

—Ya sé, me sentí super pretensioso haciendo esa pregunta. No tienes que seguir contándome nada si así lo deseas.

—No te preocupes —. Me dijo mientras me sonreía —. Créeme que si no hubiera querido contártelo no lo hubiera hecho, simplemente me parece extraño estar hablando de este tema... extraño, irreal, no sé cuál sea la palabra correcta para describir cómo me siento —. Se tomo unos segundos antes de seguir hablando, como si espera a que la obscuridad de la noche se instalara y que de esa forma fuera más fácil para ella hablar—. Cambie mucho a raíz de que mi papá decidiera abandonarnos de esa manera tan atroz, obviamente al principio no quería hablar con nadie del tema, con absolutamente nadie; de hecho, no quería hablar con absolutamente nadie de absolutamente nada, y creo que para cuando llegue a estar lista para hablarlo con alguien había cambiado tanto que ya no tenía a nadie para contar...nada.

Nos quedamos en silencio otro momento, sin embargo, el silencio no se sentía incomodo en lo absoluto. El silencio se sentía necesario.

—Me quede callada por una semana y creo que solo volví a "hablar" —, el cielo estaba despejado y la luna llena nos iluminaba de manera que lograba distinguir perfectamente a Lía —, solo para no llamar la atención, no tenía la energía de lidiar con la atención de las personas equivocadas...

—¿A qué te refieres con personas equivocadas? — le pregunte curioso.

—Por alguna razón a todo el pueblo se olvidó que mi mamá era la desagradable zorra de los malditos que habían llegado a arrebatarnos nuestra tranquilidad, así que todo el tiempo había alguna vecina en la casa intentando dale fuerza a mi madre, que por alguna razón se había tomado el suicidio de mi padre como una carta abierta para alcoholizarse sin remordimiento por la vida, y la gente parecía entenderlo porque no dejaban de apoyarla en todo. Yo no quería la atención de esas personas, no quería que se estuvieran metiendo en mi vida como lo estaban haciendo en la de mi madre, yo no iba a poder disfrutarlo como lo estaba haciendo mi madre. No me iban a ayudar en nada.

— ¿Y quienes eran las personas correctas?

— ¿Las personas correctas? — se preguntó a si misma —. Es complicado, mi madre había dejado de ser confiable meses atrás, mi hermano y yo jamás fuimos tan cercanos y mi papá ya no estaba, entonces eso lo volvía complicado, es decir, tenía tan solo 14 años y ninguna de mis compañeros de la secundaria sabía que decir o hacer para ayudarme o reconfortarme y los papás de mis compañeros sabían perfectamente que no decir, se notaba en sus miradas cada vez que lo decían, incluso con sus propias miradas lo decían.

Piérdete En MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora