Capítulo #4

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Los inicios de clases me gustan mucho, creo que sacan el ñoño interior en mí; el olor de libros nuevos, la organización sin descontrol de primer día, nuevos útiles, o tal vez por el hecho de que todos a mi alrededor se sienten igual de desubicados que yo, aunque a los demás se les pasaba en los primeros días y a mí me duraba para siempre; pensé que el inicio de clases sería parecido al que tuve en los tres años de preparatoria, sin embargo, estaba completamente equivocado. Los profesores iban al grano, no les interesaba aprenderse los nombres de sus alumnos y mucho menos les interesaba que entre nosotros nos aprendiéramos nuestros nombres, como una forma sencilla de romper el hielo. En cambio, lo que les importaba realmente era abordar desde el día uno el gran temario que llevaríamos en el semestre, y por una parte no me sorprendió en lo absoluto la forma de trabajar de los maestros, por algo era considerada la mejor universidad del país.

A pesar del entusiasmo que sentía y la energía que se desbordaba en mí desde que había abierto los ojos esa mañana, me fue imposible no irme drenando poco a poco conforme las horas iban pasando, y de alguna manera era la forma perfecta de entender que nuestro camino que apenas iniciaba no sería nada fácil. Termine las clases con una lista interminable de tareas y cosas por leer, realmente no pensaban darnos un respiro ni siquiera el primer día, fueron directo a la yugular; tal vez una forma de presión para hacer desertar a las personas que no podrían con la verdadera presión de estudiar en esa universidad.

Al terminar las clases me dirigí a un edificio en el ala oeste del campus, en donde se supone conocería a mi mentor para la beca Cedeño, también se supone conocería a la otra persona con la que compartiría mentor y digo se supone, porque al llegar a la oficina vi a Jess sentada fuera de ella.

— Se me quito un gran peso de encima—. Me dijo Jess al verme y salto arriba de mí.

— Cuán madre protectora—. Le dije devolviendo el abrazo que me estaba dando.

Fue un alivio para mí que la persona con la que compartiría mentor toda la competencia fuera Jess y sé que para ella también fue un respiro el saber que no tendría que competir por la atención del mentor, porque nuestra relación iba más allá de la competencia.

— ¿Cómo te fue en el primer día?

— Los maestros son unas bestias hambrientas de tareas—. le dije mientras me sentaba a un lado de ella.

— ¿A ti también te pasó eso? ¿Qué les pasa? Se fueron directo a la yugular los perros.

— Y nada que nuestros profesores escuchando en el salón de enfrente odiándonos.

Los dos empezamos a reír.

— Ya se tardó el doctor Green.

Me sorprendí al darme cuenta que el doctor Green sería nuestro mentor, claro que no me sorprendió para nada que Jess lo hubiese descubierto antes que yo, a decir verdad, ni me había pasado por la cabeza cuál de los maestros sería mi mentor, pero puedo apostar que en la mente de Jess al ver los nombres de los profesores seleccionados este año se hubiese dado cuenta en un intente quien sería su mentor y al ver las carreras que los otros competidores estudiarán ya sabía que sería conmigo con quien compartiría mentor. Ella simplemente es brillante y hace a cualquiera que esté a su lado sentirse tan pequeño, al menos académicamente hablando, porque jamás había conocido a una persona con un corazón tan noble en mi vida.

Cuando el doctor Green llegó nos invitó a pasar a su oficina; tenía una pinta de ser muy serio y estricto, su postura perfecta y su mirada profunda me intimidaban, y no solía intimidarme ante nada, pero algo había en él que me ponía los pelos de punta, tenía una de esas miradas que sienten que te desnudan el alma en un segundo y se enteran de tus más profundos secretos en un instante. Comencé a sentirme nervioso por primera vez en el día.

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