Capítulo #7

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Comenzaba a preguntarme porque me estaba permitiendo sentir tanto tan rápido, pero la pregunta siempre me llevaba a el mismo lugar, a ella. Sentía algo que no podía describir, sin embargo, entre más lo sentía más curiosidad me daba; necesitaba entenderlo y sentía que la única manera de entender realmente era vivirlo, vivirlo con ella; pero sentía que esa puerta ya estaba cerrada. Estaba comenzando a hacer tradición el destruirme a mí mismo por sentir tanto, y no sabía cómo controlarlo; no era como si no hubiera estado atraído por alguien antes, simplemente esta vez se sentía todo diferente.

Ya habían salido con otras chicas. Cuando entré en la preparatoria salí con una compañera por unos meses, pero no sentía nada emocionante, me emocionaba más ver a mis amigos y recuerdo haber pensado en ese entonces que es imposible obligarte a sentir algo en específico; es decir, a mí me gustaba, pero yo le gustaba a ella mucho más, realmente le gustaba y todo se salió de mis manos. Tal vez esta vez es al revés y ella nada más le guste y ya, pero ella siendo más inteligente deteniendo todo antes de empezar. Lo podía llegar a respetar, pero eso no evitaba que cada vez me sentía peor, sentía como si estuviera imaginándome una tormenta en un día que realmente es soleado. Sin embargo, me era imposible rechazar esos sentimientos; era algo simple, se habían adueñado de mí.

No sabía porque me estaba dejando arrastrar en esta situación, lo único que sabía era que cada vez se sentía peor y no estaba seguro si solo estaba utilizando el sentimiento que me generaba Lía para poder adentrarme en una pena más profunda y así poder sentirme en control de saber la razón por la que mi pecho se quedaba sin aire a cada segundo.

— ¿Puedo pasar? — escuche a Jess detrás de la puerta y solo guarde silencio.

Aunque estaba en verdad enojado con ella, muy dentro de mí sentí un gran alivio de no estar solo; solía no siempre elegir el mejor camino estando sólo. Ella era parte de las razones por las que comenzaba a perder la cabeza, sin embargo, necesitaba un poco de ella, y sentí una gran bocanada de aire dentro de mi cuando escuché su voz. En el fondo deseaba que me hubiera seguido desde el principio y que no me hubiera permitido llegar a este punto. Pero ya estaba ahí, y aunque no quería o más bien, no tenía la energía para una plática como la que sabría estaría por ocurrir, era algo que sabía necesitaba urgente.

— Hola—. Le dije mientras le abría la puerta.

— Podemos comenzar esto tranquilos—. Dijo mientras me enseñaba un porro—. Oferta de paz.

Yo solo le indiqué que estaba bien con la cabeza y abrí la ventana que tenía más cerca. Nos quedamos en silencio por unos minutos, y de alguna manera lo aprecie, era como si le permitiera a mi cuerpo y a mi mente adaptarse a su presencia y así cualquier palabra que saliera de ella sería escuchada y bien recibida.

— Sé que me equivoqué—. Comenzó a decir, viendo directamente a la pared, como si aún no estuviera preparada para decir tal cosa y poder verme a los ojos—. No sólo ayer, si no que me he equivocado tantas veces y no sabes lo mucho que me cuesta ser está persona, pero me preocupo demasiado que siempre hago pendejadas escudándome en que los quiero proteger. A ti, a Manu y Jerry.

Se quedó en silencio unos momentos, con la mirada aún pérdida en la pared, como si estuviera re viviendo cada uno de esos errores de lo que hablaba.

— ¡Son mi familia! Y me cuesta tanto ver a mi familia sufrir y por un momento no dejaba de pensar en que ella te haría sufrir.

— ¿Porqué pensaste eso?

— Porque así soy, siempre buscando el peor escenario para así intentar solucionarlo antes de que pasé. Y al final siempre término tan embarrada de mierda, pero no aprendo nunca.

Piérdete En MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora