Capítulo #19

12 4 5
                                    

Había tenido la mejor semana de mi vida, había pasado toda la semana junto con Lía, entre intervalos de estudio e intervalos de sexo apasionado. Todo muy bien balanceado. La primera noche Lía se había quedado dormida en el loft; la segunda noche si se había regresado a dormir a su cama, sin embargo, lo que resto de la semana se quedó a dormir conmigo y por las mañanas tomábamos una ducha juntos para cargarnos de energía para ir a la universidad. Todo era tan especial estando junto a ella que ni siquiera me molestaban más las miradas de las personas ni los carteles colgados alrededor de todo el campus, todas esas cosas que me ponían mal apenas una semana atrás se habían visto opacada por la presencia de Lía en mi vida.

Ya era viernes, y faltaba muy poco para que diera la hora de mi cita con la psicóloga; Jess había decidido que fuéramos a comer algo para matar tiempo, así que cuando salimos de la sesión con el Dr. Green, recogimos a Lía y a Valeria para que fuéramos todos juntos a comer al restaurante favorito de Jess. Lía había tratado de convencer a Valeria de que nos acompañará a la fiesta de Jerry, pero su esfuerzo había sido en vano, porque realmente no le interesaba para nada salir de fiesta con nosotros, sin embargo, fue Jess la que la convenció de ir a comer algo con nosotros "terminando de comer te acercó a la finca para que te recojan donde siempre lo hacen" le dijo Jess y aunque no tan convencida, Valeria decidió acompañarnos a comer.

Nos encontrábamos en la terraza del restaurante y yo cada vez me sentía más nervioso; me fumaba un cigarrillo e intentaba seguir la conversación de las chicas, sin embargo, mi mente no dejaba de pensar en la psicóloga y en lo que le tenía que decir; ni siquiera estaba seguro de lo que pasaba y mucho menos tenía idea de cómo explicarlo en voz alta. En algún punto Jess y Valeria nos dejaron solos en la mesa y Lía colocó su mano sobre la mía y me regreso a la tierra.

— ¿Estas nervioso? — pregunto viéndome directamente a los ojos y por un instante deje de estarlo.

— Te mentiría si te digo que no.

— Va a pasar rápido, no te preocupes.

Aunque realmente lo deseaba, sus palabras no me hicieron sentir tranquilo y para cuando me despedí de las chicas mis nervios estaban tan alto que sentía que mi corazón se saldría de mi pecho en cualquier momento. Faltaban treinta minutos para que empezara la sesión con la psicóloga y yo estaba atascado en el tráfico, y de alguna manera deseaba que no se terminará nunca para que los minutos pasarán y pudiera tener la mejor escusa, pero huir de esa terrible sensación. Los minutos pasaban y en ese momento realmente pensé que no llegaría a la sesión sin embargo, de un momento a otro, el tráfico de disperso y antes de que me diera cuenta estaba estacionado frente al edificio en donde sabía me esperaba la psicóloga sentada en alguno de los pisos del edificio, pero mi cuerpo no respondía y mi mente estaba en blanco, solo observaba el pequeño reloj que se encontraba en el centro del tablero; 5:55 y mi mente no procesa que me quedan cinco minutos para llegar, solo puedo pensar que eso y al mismo tiempo sintiendo que ya es demasiado tarde; 5:56 y sigo sin mover mi cuerpo y sin parar de observar el reloj, aún sin poder procesar que está pasando, mi mente se sentía en blanco pero comenzaba a incomodarme el hecho de no poder mover mi cuerpo; 5:57 y mis brazos siguen rectos y tomando con fuerza el volante, y poco a poco comenzó a sentirme de regreso; 5:58 y me digo a mí mismo "¿qué estás haciendo? Y logró salir mi auto, sin embargo, al cerrar la puerta me quedo parado viendo el control de la alarma del auto y mi cuerpo se vuelve a congelar, sin embargo, esta vez mi mente no deja de gritar una y otra vez "cinco cincuenta y nueve" y tengo que regresar a mi asiento para verificarlo; 5:59 y yo ya no pude esperar más.

Prendí el motor y salí del estacionamiento, no sabía a dónde iría así que solo seguí conduciendo, dando vueltas por la ciudad pensando en lo cobarde que había sido, no entendía por qué me había congelado de esa manera y por más que quería dar la vuelta y regresar ya era muy tarde; una hora pasó y yo aún seguía dando vueltas, me detuve en el estacionamiento de un supermercado y le llame a Jerry para felicitarlo, con la pura intención de que me pidiera estar con él, porque no tenía las fuerzas de enfrentar a Lía y Jess y decirles cómo me había acobardado al momento de llegar al edificio.

Piérdete En MíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora