Capítulo #23

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La tensión en la habitación era inmensa, yo diría que se llegaba a sentir en toda la finca; sentía como si la voz de Lía resonara por toda la habitación haciéndome escuchar una y otra vez lo que había dicho. Antonio se había quedado viendo a la nada como si lo que Lía había dicho le hubiera desatado algunos recuerdos, su mirada había cambiado por completo, era como si no estuviera presente en la habitación. Su despego de realidad era tan evidente que Lía me voltio a ver y me puso una cara de confusión, creo que por cada segundo que pasaba Antonio en ese estado a Lía le subía cada vez más la ira, la podía sentir rebotar por toda la habitación. Lía dio unos pasos hacía su hermano y yo intente detenerla colocando mi mano sobre su hombro, pero ella simplemente lo aventó hacia un lado y siguió caminando hacia Antonio.

— ¡Reacciona carajo! — le dijo mientras le soltaba un golpe con muy poca fuerza sobre el hombro haciendo que Antonio se sacudiera un poco.

Antonio se encontraba sorprendido de que su hermana acabara de sacudirlo de esa manera que en un instante se puso de pie y yo presentí lo peor, pero él se dio vuelta en dirección contraria a Lía y solo se llevó una mano a la cabeza.

— ¿Porqué todo tiene que ser así con ustedes? — preguntó Antonio viendo hacia la pared dándole la espalda a Lía.

— En primera, no hagas preguntas estúpidas. En segundo, no hagas como si no hubieran pasado ya cuatro años que no sabemos el uno del otro. Y tercero, pero más importante que nada, no me compares con ella porque créeme que yo no soy ella.

Antonio se quedó unos segundos viendo la pared aun sobándose la cabeza, como si tuviera muchas cosas que decir, pero no quisiera decir nada.

— Créeme que jamás te compararía con ella — dijo Antonio en voz baja pero aun así logramos escucharlo muy bien. Se quedo otros segundos viendo a la pared y después se dio media vuelta para quedar de frente a Lía —. Yo sé que te deje sola con esa terrible mujer, pero créeme que no podía soportar otro segundo con esa mujer y sé que no fue justo para ti, nada ha sido justo para nadie. Pero yo también me la he pasado muy mal todo este tiempo, las cosas no han sido tan fáciles como te imaginas que fueron...

— Te lo juro que desde ese día en la feria del pueblo no me imagino absolutamente nada —. Lo interrumpió Lía —. Para serte sincera, desde mucho antes de ese día había dejado de pensar en ti.

Se podía notar que las palabras de Lía habían lastimado a Antonio, sin embargo, intento no demostrárselo.

—Yo sí pensé en ti en todo este tiempo —. le dijo con un tono muy nostálgico —. Y cuando pasé por el pueblo decidí ir a verte, pero solo vi a mamá sentada en el porche meciéndose en esa silla igual que el día que me aleje de esa casa y no quise acercarme, así que espere a que salieras o en dado caso llegaras, era muy temprano, pero era fin de semana y yo sabía que ya eras toda una mujer —, Lía hizo una cara de asco cuando su hermano dijo eso —. Me quedé todo el día ahí pero no te vi salir en ningún momento, al día siguiente intenté lo mismo, pero la misma historia se repitió y no tuve de otra más que acercarme a la casa y hablar con esa desagradable mujer...

—Lo único que quiero saber es ¿qué haces aquí? — interrumpió Lía nuevamente, ya un poco fastidiada —. No me interesa saber de tus aventuritas.

Antonio cerro los ojos cansado también de la actitud de Lía, se sentó nuevamente en el sillón y Lía dio unos pasos hacia atrás, como si le dirá repulsión estar cerca de su propio hermano.

— No te estoy contando mis aventuritas —. Le dijo irritado, pero intentando disimularlo —. Mamá me dijo que la habías abandonado para venir al norte del país a estudiar y claro que no le creí. Los folletos que me enseño parecían irreales, así que decidí separarme de mis amigos para venir al norte y verificar que lo que me había dicho mamá era verdad.

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