Capítulo #30

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No sabía porque verla hablando con él me estaba causando sentir una sensación muy extraña, simplemente algo dentro de mí me decía que hiciera hasta lo imposible para alejarla de Antonio, pero desde el primer momento en el que lo conocí me dio la impresión de que era de esas personas que saben manejar perfectamente a las personas, y verlo platicando tan cómodamente y despreocupado con Lía me hacía creer que ya había encontrado la manera de convencerla de no sé qué cosas. Me comencé sentir muy enojado, y no era con Lía, sino con Antonio, pero conforme me acercaba a ellos, sentía que el enojo crecía y esta vez iba incluyendo a Lía también; solo de pensar en todo el dolor que le había causado su hermano al haber decidido abandonarla también, después de que su padre se suicidaría me hacía revolver el estómago, y agregándole el hecho de que su hermano para mis ojos no era más que un maldito ladrón que no tenía vergüenza, porque para mí que me regresara mis cosas no era más que una estrategia para acercarse a Lía, porque claro en el momento que se dio cuenta de la terrible estupidez que acababa de cometer, la mejor opción era regresar y pedir disculpas. Antes de llegar al lugar en donde se encontraban platicando me pregunte más de una vez, en cuantas veces habrá utilizado el nombre de su madre y su padre para acercarse, aunque sea un poco al corazón de Lía. Me daba rabia solo de pensarlo.

—Buenas tardes chicos —. Les dije en cuanto llegué a s u lado, sin alejar mi mirada de a de Antonio.

—Camilo —. Respondió Lía asustada —. ¿Ya se terminó la sesión?

—No lo sé ¿tu dímelo?

En el instante que dije eso el hermano de Lía soltó una pequeña y para nada disimulada carcajada. En ese momento sentí que quería golpearlo con todas mis fuerzas, dejarlo tirado en el piso y llevarme lejos a Lía de esa desagradable persona.

—¿Podemos hablar en privado? — le pregunte a Lía, viendo de arriba abajo a Antonio con una mirada de desprecio —. La verdad es que tengo miedo que se me desaparezca mágicamente algo importante...

—¡Ya les dije que fue un error! — me interrumpió exasperado.

—Y el mío fue no hablarle a la policía —. Le respondí furioso mientras Lía me tomaba del brazo y me alejaba de su hermano.

—¿Qué te pasa? — me pregunto molesta, una vez que nos habíamos alejado de su hermano.

—¿Qué te pasa a ti? — le regrese la pregunta aún más molesto que ella —. ¿Crees que esto es un juego?

—¿Qué? — pregunto confundida y aun molesta —. ¿De ahora en adelante planeas comportarte como novio celoso, posesivo y controlador?

—¡Relájate un chingo! — le respondí como si fuera un auto reflejo, arrepintiéndome en instantes de hablarle habado de esa forma —. Que ni soy celoso, mucho menos posesivo y para nada controlador, de hecho, esto no tiene nada que ver con nosotros, ¿nosotros qué? — le dije haciendo una cara de frustración —. Esto es sobre la beca, esto es sobre no asistir a tus sesiones, esto es sobre él.

Señale a Antonio sin miedo alguno a que viera que hablaba de él, aunque eso ya era algo más que obvio.

—¡No me estás hablando así! — fue lo primero que me respondió y con todo el derecho —. Yo les avise que me sentía mal.

—¿Acaso crees que son estúpidos? Ellos no solo van a decirte "oh espero te sientas mejor pronto", ellos van a investigar porque te sentías mal y si realmente era algo tan fuerte como para ponerlos en segundo plano...

—¡Pues tienen que entender que tengo una vida!

—A ellos nos les interesa "si tienes una vida" —, cada vez me sentía más molesto y no lo podía controlar —, a ellos nos les interesas como persona, les interesas como estadísticas, a ellos no les interesa si te sientes bien, a ellos les interesa que saques la mejor calificación para que ellos, no tú, puedan disfrutar de los elogios de tener en sus manos a los mejores estudiantes.

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