Capítulo 25: Sin Javier

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Volver a la universidad era una tortura para la mayoría en la casa. El tener horarios, pruebas y trabajos no era placentero para ninguno, menos para Amelie, quien apenas dormía en las noches por jugar sus juegos de video. A ella siempre se le había hecho difícil regular sus horarios o tener las horas suficientes de sueño.

Dominic se había levantado más temprano que todos, ya que, sus clases empezaban muy temprano ese día. Había salido de casa con unas ojeras terribles y con ropa que lo hacía parecer un indigente. Incluso llevaba puesto un jersey de lana varias tallas más grande que le había regalado su madre en contra de todos sus gustos, ya que tenía un estampado muy feo y colorido.

A Ackerley le daba igual volver a entrar a la universidad. Él no hacía mucho ahí, solo existía y oía las clases, apenas cruzando palabras con alguien. Más allá de sus responsabilidades académicas, no tenía mucho más de que preocuparse.

Jade odiaba ver a Mark con su nueva novia y sentir la incomodidad de sus amigos cada vez que ella se integraba al grupo, los que la culpaban en parte por el que Mark se distanciara de ellos. En el último tiempo se pasaba deseando volver a casa y así sentirse en su hogar.

Penny, por su lado, estaba muy emocionada. Le gustaba entrar después de vacaciones y enterarse de los nuevos chismes que había surgido en las vacaciones. Al igual que ella, Lucy y Javier no estaban complicados, quizás porque sus carreras eran las más interactivas y divertidas; Lucy amaba volver a actuar y Javier amaba aprender nuevas recetas y técnicas.

Para Eliza, la situación no estaba mejor que para Jade, Larry era de su misma carrera y lo tenía que ver casi todo el tiempo.

A pesar de que Amelie odiaba tener horarios, volver a la universidad se había sentido mejor esa vez, ya que, significaba ver a Tiare todos los días.

Ese día, Amelie estaba sola en el comedor de la universidad. En la universidad no tenía amigos y, de hecho, de sus amigos de la casa era la más asocial después de Ackerley. Para una persona que se la pasaba metida en su celular o laptop casi todo el tiempo, hacer amigos que no fueran virtuales era todo un reto.

De pronto, sintió que alguien se paraba junto a ella. Amelie se volteó para echar a quien perturbaba su tranquilidad, hasta que notó quien era.

—Hola —saludó Tiare—. ¿Eres Amelie Relish? —Amelie asintió, no podía decir nada—. ¿De casualidad me estas espiando?

Amelie sintió su corazón alterarse, pero no podía quedarse así nada más, por más que esa chica fuera su amada, no dejaría que nadie le hablara con un tono como ese.

—¿Yo? ¿A ti? ¿Por qué haría tal estupidez? —soltó un resoplido.

—No lo sé, dímelo tú.

Tiare se sentó frente a ella y la miró amenazante.

—No lo hago —dijo Amelie, disimulando sus nervios.

—¿Entonces por qué te he visto mirándome tantas veces? ¿Qué haces tú en el patio de los de ingeniería comercial?

—¿Qué acaso tengo prohibido ir? Yo puedo ir a donde quiera en esta universidad.

—Pero yo no te di permiso de mirarme.

Amelie soltó una risa sarcástica.

—¿Eres la reina de Inglaterra acaso? Ni siquiera ella prohíbe que la miren —Amelie se paró del asiento—. Eres solo una chica cualquiera, yo que tú, me bajaría los humos un poco —y se fue, dejando a Tiare con la boca cerrada.

Había mentido descaradamente y quizás, había perdido cualquier mínima oportunidad de tener de novia o siquiera de amiga a Tiare, pero había ganado una discusión y mantenido su dignidad, eso valía por mil novias como Tiare.

La Casa de los Universitarios LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora