Los ocho chicos estaban dentro de una celda, mientras al lado estaban sus enemigos.
Eliza había hecho una llamada a su abuelo, un juez jubilado con mucho dinero que iría a sacarlos de ahí con la menor multa posible.
Mientras esperaban al abuelo de Eliza, intentaban ignorar los comentarios de los chicos de la celda de al lado.
Dominic estaba siendo sostenido por Ackerley, Javier y Lucy, ya que sabían que, si lo soltaban, intentaría ahorcar a uno de los idiotas de la celda de al lado y terminaría cometiendo otro delito.
—Oye, Eliza... ¿cuánto cobras por un oral?
—Lo hace gratis —respondió Larry.
Todos los otros rieron ante esa mala broma.
A Dominic parecía que estaba a punto de salirle espuma por la boca de la rabia.
—Oye... tú, la nueva.
Jade no miró, sólo fingió no escuchar.
—Me gusta cómo se te ve el trasero con ese short.
Los demás comenzaron a asentir y comenzaron a decirle comentarios a Jade.
—¡Cierren la boca, hijos de puta!
Dominic intentó soltarse, pero los demás no lo permitieron. Lucy se sentó sobre Dominic, intentando pesar lo más posible, mientras los otros dos le agarraban un brazo cada uno.
En ese momento, una oficial de policía cayó al suelo desmayada a unos metros de la celda en la que se encontraban los universitarios, llamando la atención de todos, incluidos de los que estaban haciendo los comentarios de mal gusto.
Otros policías corrieron a socorrer a su compañera, pero esta comenzó a convulsionar.
—¡Llamen a emergencias! —gritó otra oficial.
Jade notó como la mujer sudaba y botaba espuma por la boca. Había dos opciones: tenía epilepsia o era un caso de envenenamiento o intoxicación.
—¿Los policías pueden tener epilepsia? —preguntó Jade.
El oficial que la oyó negó.
—Es un caso de intoxicación.
Los oficiales comenzaron a prestarle atención a Jade. Ella sabía que debía hacer, pero ¿cómo si estaba detrás de una reja?
—¿Eres doctora?
—Estudiante de enfermería de tercer año.
Un oficial abrió la celda y la dejó salir solo a ella.
Jade corrió al lado de la mujer, la puso de costado, le desabrochó el uniforme y comenzó a tomarle el pulso.
—¡Ya viene la ambulancia!
Jade estaba sosteniendo a la mujer de lado, procurando que no se volteara y se ahogara.
—Ya está parando.
Jade estaba tensa, nunca había atendido ella sola una emergencia, siempre había sido ayudante de alguna otra enfermera o había visto de lejos. Lo peor era que, de por sí, estaba en una situación que la tenía tensa y ya con ese evento, las manos le habían comenzado a temblar.
Cuando los paramédicos llegaron, se llevaron rápidamente a la oficial y Jade volvió a ser encerrada en la celda.
Jade seguía temblando por los nervios.
—¿Estas bien?
Dominic se acercó a ella y los demás lo dejaron, pero sin descuidarse. Si Dominic llegaba a reaccionar mal ante un comentario, tendrían que estar preparados para agarrarlo e impedir que se descontrolara.
ESTÁS LEYENDO
La Casa de los Universitarios Locos
HumorJade, una estudiante de enfermería, necesita encontrar un lugar para vivir después de que su familia deba irse de la ciudad en donde ella estudia. Gracias a una prima conoce a Eliza, otra universitaria que tiene una casa que comparte con seis chicos...