Capítulo 37: Fiesta en Casa de Mei

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Tiare y Chad corrían como dementes por las distintas universidades, preguntado a los universitarios que quedaban de enfermería si conocían a una chica llamada Jade, de ojos azules y cabello negro.

—Maldición, Chad. No la encontraremos jamás.

Cada vez se hacía más tarde. Habían comenzado a buscar a las cinco y ya eran las siete, los universitarios que quedaban en los edificios eran cada vez menos.

De pronto, una chica se acercó a Chad y a Tiare, quienes iban saliendo de una de las universidades.

—Disculpen...

Ambos voltearon al oír la voz a sus espaldas.

—Oí que buscaban a una chica llamada Jade que estudia enfermería y tiene ojos azules... Creo que es Jade Brown.

—Puede ser... —dijo Chad con ilusión—. ¿Sabes dónde encontrarla?

—Antes vivía en la casa de los universitarios locos..., pero sé su dirección actual.

Chad y Tiare se miraron con emoción. Solo había una Jade que había vivido en la casa de los universitarios locos.

—Genial.

La chica les dio la dirección, ambos le agradecieron y corrieron al auto para ir inmediatamente al lugar indicado.

[...]

La fiesta había comenzado recién en la casa de Mei, por lo que todo estaba relativamente tranquilo.

Todos, menos Penny, se sentían algo incómodos, pues no veían caras conocidas, ni siquiera las que los detestaban.

—Les dije que debimos quedarnos en casa —comentó Ackerley.

Dominic emitió un quejido.

—Me bañe para nada.

Intentó voltearse para ir a la puerta principal de la casa y salir, pero Eliza lo jaló de vuelta a donde estaba.

—No iras a casa a oler como un puerco.

—Un puerco huele mejor —susurró Lucy.

—Vamos a beber y comer —dijo Eliza, más como una orden.

Todos siguieron a Eliza, menos Penny, quien fue a conversar con algunos conocidos. La mayoría de los asistentes eran de su universidad y debido a la capacidad que tenía para socializar, conocía a muchos.

Los seis chicos se ubicaron junto a una mesa larga con botellas de alcohol y bebidas, vasos y comida.

Eliza comenzó a prepararse un trago, mientras los demás miraban y Javier revisaba las botellas.

—Esto es una porquería —comentó al ver la marca de una botella de ron.

—El propósito de las fiestas es alcoholizarte, no degustar —explicó Eliza, con obviedad.

Dominic se encogió de hombros y, al igual que Eliza, comenzó a servirse algo para beber.

El único que no bebía alcohol por gusto ahí era Ackerley. Aunque había probado algunos tragos en su vida, Ackerley no les hallaba la gracia a las bebidas alcohólicas y a lo que provocaban en su organismo, por lo que se abstenía de consumirlas en los días que no eran navidad o año nuevo.

—¿Qué tal si bailamos? —preguntó Javier, viendo al grupo que bailaba en el centro de la sala.

—Conmigo no cuenten, gracias —respondió Ackerley.

—Yo iré —Eliza tomó a Javier de la mano y lo llevó a la pista improvisada en la sala.

En el momento que comenzaron a bailar, Eliza vio una cara conocida aparecer por la puerta principal de la casa. Era Larry.

La Casa de los Universitarios LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora