Capítulo 14: Atracciones

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Amelie estaba caminado por su universidad, soñando con el reencuentro del amor de su vida. No la había vuelto a ver ni una sola vez y sus esperanzas de volver a encontrarla eran cada vez menos.

«¿Y si la encuentro qué? Quizás ni siquiera le gustan las mujeres». Eso era una gran posibilidad, en especial por su nulo radar para detectar lesbianas... ¿A todos los gays les pasaría igual o habría algunos con un radar funcional?

Como si fuera el destino, su amor apareció en el pasillo y pasó justo a su lado hablando con otra chica.

Amelie se congeló. ¿Debía seguirla? ¿Debía hablarle? Terminó yendo por lo fácil: seguirla desde la lejanía como una acosadora.

Amelie descubrió que la chica estaba estudiando ingeniería comercial y que tenía un grupo de amigos compuesto por más hombres que mujeres.

«Le deben gustar los hombres...».

Amelie se encontraba escondida detrás de un pilar, asomando la cabeza solo para ver a la chica. Estaba apuntó de irse, cuando vio que la chica besó a la que Amelie creyó su amiga. Entonces una luz de esperanza surgió.

«Es homosexual, solo tiene novia...». Lo de la novia era arreglable, la orientación sexual, no.

Amelie se fue dando saltitos por todos los pasillos y luego por la calle hasta la parada de autobuses. No sabía realmente si lograría algo, después de todo, el que su interés romántico tuviera novia no indicaba un tan buen pronóstico, pero eso sería un problema para la Amelie del futuro.

[...]

Amelie entró a la casa y se metió a la cocina para encontrarse a Javier, quien estaba practicando una receta nueva.

—¡Oh, Javi!

—¿Qué pasa?

—Mi gay-radar funciona —dijo con alegría.

Javier la miró emocionado.

—¿Conociste a una chica?

—Conocer, conocer.... No es exactamente lo que yo diría, ¡pero es gay!

Ambos chocaron los cinco y luego Javier volvió a lo suyo, mientras Amelie le contaba toda la historia.

Arriba, Penny estaba estudiando para un examen que tenía en una semana más. Ya había estudiado bastante, por lo que se levantó de su escritorio fue a buscar algo abajo y cuando volvió a subir, se encontró a Ackerley en el pasillo.

Ambos se miraron, pero no dijeron absolutamente nada. Lo del papel no había cambiado nada, Penny no quería hablarle y Ackerley a ella tampoco, por lo que la chica volvió a su cuarto y se encerró.

Dominic estaba en su cuarto tomando una siesta. Había tenido dos exámenes y ya no quería saber más sobre historia mundial contemporánea ni de historia de América contemporánea. Su siesta no duró mucho, ya que despertó por un extraño sueño... un muy particular y perturbador sueño.

Dominic se quedó mirando el techo, perturbado, y luego miró su entrepierna.

—Maldita sea... —susurró.

Se quedó un rato esperando a que bajara su erección y luego salió de su cuarto para hacer algo que nunca creyó que haría.

Dominic tocó la puerta de Lucy y esta la abrió rápidamente.

—¿Qué pasa, Domi?

Dominic miró hacia todos lados como si estuviera cometiendo un crimen.

—Tienes alguna película sobre... bueno, ya sabes...

La Casa de los Universitarios LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora