Capítulo 20: Hermanos

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Presente

Jade llevaba más de una hora en la sala oyendo las historias de como habían llegado hasta la casa, hasta que Javier terminó.

—Wow, ¿Penny tenía el cabello rosado?

—¿Eso fue todo lo que te quedó de la historia? —le preguntó Amelie.

—Fue lo más sorprendente... todo lo demás me lo esperaba. No han cambiado nada.

Los siete se quedaron pensando. En realidad, sí, en esos tres años no había cambiado mucho, quizás, la única que había sufrido un cambio notorio era Lucy, a quien habían conocido como una colegiala y al entrar a la universidad, había comenzado a actuar más como adulta.

—Bueno... Tiene razón —dijo Amelie.

—¿Entonces nunca encontraron un octavo compañero fijo?

Eliza negó.

—Ese cuarto estuvo vacío por un año entero, hasta que llegó... —Eliza se quedó callada.

—El que sí era un degenerado —siguió Jade.

Todos la miraron asustados y luego a Dominic.

—Ah, sí. Yo le conté.

Todos suspiraron aliviados y Lucy le dio un golpe en la nuca a Dominic por no haber avisado antes que Jade ya se había enterado de la historia. Por suerte ya no tenían ningún secreto que ocultar.

—Sí y bueno, la experiencia fue tan mala que decidimos no traer a nadie más —terminó Eliza.

—¿Por qué me trajeron a mí?

—Cuando mi amiga me contó de ti, parecías una buena chica.

—¿Parecía?

Eliza rio.

—Eres una buena chica, Jade.

—¡Abrazo grupal! —gritó Penny, pero ninguno se movió—. Vamos, al fin nuestra familia está completa.

—¿Está completa solo porque llenamos los cuartos vacíos? —le preguntó Amelie.

Penny se quedó pensando.

—¡Sí!

Todos se levantaron de donde estaban sentados y fueron a sus respectivos cuartos, dejando a Penny con los brazos extendidos esperando el abrazo grupal.

—Hijos de puta —dijo cuando ya ninguno podía oírla.

[...]

Habían empezado las vacaciones de invierno y con eso, venían las fiestas. Era la primera navidad de Jade sin su familia y la primera en dos años sin Mark como novio y cinco como amigo. Era extraño ya no tenerlo en su vida después de años de amistad y una relación romántica. Se había esfumado de pronto y lo único que le recordaba a Jade que él seguía existiendo era que, cada cierto tiempo, lo veía caminado por el campus.

Jade estaba en su cuarto mirando fotos del infeliz que le había destrozado el corazón. Se sentía estúpida al haber creído en él ciegamente solo porque, durante esos años, le había demostrado ser un ser decente. El problema era que Jade jamás pensó que Mark sería un lobo disfrazado de corderito.

—Oye, Jade —Dominic entró a su cuarto sin camisa—. ¿Tienes condones que me regales? Se me acabaron.

—¿Qué? —Jade lo miró asqueada—. No, no tengo.

—Eres enfermera, no te pueden dar asco los condones.

—No es eso lo que me da asco, es el pensar en ti usándolos —aclaró—. Estamos en invierno, ¿por qué sudas?

La Casa de los Universitarios LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora