Jade había salido a correr con Penny, pero la chica parecía no agotarse. En el recorrido saludaba a todos los que se le cruzaran: personas, perros, gatos, pájaros, etc. También ayudó a una anciana a cruzar la calle y a una mujer embarazada a meter sus compras en el auto.
Jade estaba agotada, sentía que sus pulmones se quejaban como si fuera una fumadora. Jamás había caminado y corrido tanto en su vida, pero debía hacer el esfuerzo si quería que Penny cerrara la boca por más de diez segundos.
—¡Mira, una tienda de mercancía K-pop!
Penny entró a una tienda tapizada en cosas coreanas y por supuesto, a Jade no le quedó de otra que seguirla.
Jade miraba desde una esquina de la tienda todas las caras perfectas de los chicos y chicas asiáticas de los productos a la venta y además escuchaba la canción de fondo de la tienda, de la cual apenas entendía unas palabras en inglés.
Luego de casi arrastrar a Penny afuera, Jade decidió que debían volver y darse un baño para quitarse todo el sudor de encima.
En la casa, Javier ya había comenzado a cocinar y todos los demás se morían por probar la comida. El almuerzo serían pastas caseras con distintas salsas.
Mientras Javier cortaba las masas recién hechas por él, Dominic y Lucy se asomaron por la cocina. Ambos se morían de hambre y sólo por maldad querían meter los dedos en las salsas que hacía Javier.
—¿Crees que se dé cuenta si lo hacemos cuando no está? —preguntó Lucy.
—Depende... no puedes manchar absolutamente nada.
—¡Fuera de mi cocina!
Javier los espantó como si fueran ratas callejeras, incluso estuvo a punto de darle con un cucharón de palo a Lucy en la cabeza.
En la sala, Amelie estaba sentada con Ackerley jugando un juego, cada uno en su laptop, mientras Eliza se mensajeaba con Larry acostada en el sofá.
—Oye, ¿qué acaso ya son novios? —preguntó Lucy cuando vio a Eliza con una sonrisa mirando el celular.
—No te metas, enana.
Lucy intentó jalarle el cabello a Eliza, pero Dominic se metió en medio.
—No, no. Nada de golpes en esta familia.
Irónicamente, Dominic siempre arreglaba las cosas a golpes con los demás, pero todos sabían que, dentro de la casa, él no golpearía a nadie, pues los veía como su familia.
Cuando Jade y Penny llegaron, ambas fueron a darse una ducha y bajaron cuando ya estaban listas.
—Wow —dijo Lucy al ver a Jade—. No sabía que podías verte atractiva.
Jade la miró dolida.
—Quiero decir, con esos vestidos de muñeca de trapo antigua que te pones, es complicado —se explicó la más baja.
—Lucy tiene un punto... —susurró Dominic.
Jade estaba por abrir la boca para quejarse, pero el timbre de la puerta sonó y corrió a abrir, sabiendo que era Mark.
—¡Mark! —exclamó feliz, para luego lanzarse a besar al chico—. Ven, pasa —le dijo cuándo lo soltó.
Mark era un chico pelirrojo natural, con pecas y lindos ojos verdes.
—Hola —saludó Mark cuando entró.
Todos hicieron movimientos de mano y le dieron una sonrisa, menos Ackerley. No tenía nada en contra del chico, era simplemente que él no le sonreía a nadie a menos de que sintiera la verdadera necesidad de hacerlo.
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La Casa de los Universitarios Locos
HumorJade, una estudiante de enfermería, necesita encontrar un lugar para vivir después de que su familia deba irse de la ciudad en donde ella estudia. Gracias a una prima conoce a Eliza, otra universitaria que tiene una casa que comparte con seis chicos...