Capítulo 22: Solos en Casa

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Dominic fue por Amelie para decirle que fuera a almorzar, pero por alguna razón no abría la puerta. Jade, al oír a Dominic tocar la puerta una y otra vez, salió de su cuarto con curiosidad.

—¿Qué haces?

—Amelie no sale.

—¿Estará bien?

Esa pregunta hizo que Dominic sintiera su corazón chillar. Sin pensarlo mucho, Dominic le dio una patada a la puerta y rápidamente, logró abrirla.

Dominic corrió a mirar por la ventana al ver que estaba abierta y cuando vio la cuerda colgando, maldijo.

—¡Voy a matarla cuando vuelva!

Amelie casi provocó que Dominic tuviera un infarto.

—¿Estamos solos? —preguntó Jade.

Dominic se quedó congelado.

—Mierda —susurró.

Los dos se miraron un momento. Jade tenía una clara desconfianza y Dominic se sentía algo avergonzado.

Ambos bajaron sin decir una palabra y se sentaron a la mesa también en silencio. A diferencia de como lo hacían todos los días, se sentaron frente a frente.

Dominic podía sentir las miradas de desconfianza que le daba Jade y no la culpaba, había quedado como un pervertido sexual.

Cuando se levantaron de la mesa, lavaron los platos y luego subieron al segundo piso sin decir una palabra. Había una obvia tensión entre los dos.

—Oye —llamó Jade a Dominic, una vez que estaban en el segundo piso—. ¿Por qué lo de las enfermeras?

Dominic temía esa pregunta. ¿Cómo le explicaba que ella era la causante de su última fantasía sexual? Ni siquiera eran los trajes lo que le gustaban, solo le gustaba pensar en ella... y ella era enfermera.

—Bueno... Es una fantasía muy común. No tiene nada que ver contigo.

Dominic maldijo internamente por haber dicho lo último, solo lo había hecho más obvio.

Jade se quedó mirándolo por unos segundos, como si intentara leer su mente y descubrir la verdad, y luego se acercó un poco para quedar a solo unos centímetros de él.

—Te conseguí condones.

Dominic estaba a punto de perder la calma. Ya no soportaba esa horrible e incómoda tensión.

—Si no tienes con quien usarlos... yo puedo ofrecerme.

Eso fue suficiente para que Dominic tomara a Jade de la cintura, la pegara a él y la besara.

Jade pasó sus brazos alrededor del cuello de Dominic y se apretó más contra él. ¿Por qué estaba haciendo eso? Simple: tenía ganas de sexo sin compromiso. ¿Quién mejor que Dominic para eso? Él tenía mucha experiencia en eso y Jade tenía certeza de que él no confundiría las cosas ni se complicaría como otras personas.

Jade saltó, entrelazó sus piernas alrededor de la cintura de Dominic y él puso sus manos en el trasero de ella.

Dominic cargó a Jade hasta el cuarto de ella sin dejar de besarla, la recostó sobre la cama con cuidado y se ubicó sobre ella.

Dominic comenzó a repartir besos húmedos por el cuello de Jade, mientras ella tiraba la cabeza hacia atrás y soltaba suspiros. Dominic se separó, quedando arrodillado entre las piernas de Jade, tomó su camisa y la sacó por encima de su cabeza para luego volver a besarla.

—¿A qué hora volverán los demás? —preguntó Jade separándose un poco de Dominic.

—Suelen tardar toda la tarde.

La Casa de los Universitarios LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora