Capítulo 4: Cuando el Gato No Esta...

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Amelie estaba frente a la puerta de Ackerley tocando frenéticamente.

—Ábreme, sé que estás ahí. ¡Puedo sentirlo! —gritó, pegándose a la puerta.

Ackerley abrió la puerta con la misma expresión de seriedad que siempre tenía.

—¿Qué quieres?

Si bien, su voz sonaba seria como siempre, había un tono un poco menos duro.

Amelie lo empujó fuera de la pasada y entró al cuarto.

—Necesito hacer un cosplay de D.VA —le contó.

—¿Y eso a mí que me importa?

—No quiero ir sola a comprar las cosas que necesito —Amelie hizo un puchero—. Tengo todo el traje y el arma, pero necesito la peluca y maquillaje nuevo.

Ackerley suspiró, no podía decirle que no a Amelie.

—Bien —aceptó.

—¡Sí! —Amelie dio aplausitos para festejar—. ¡Voy por mis cosas, nos vemos en cinco!

Antes de que Ackerley pudiera cerrar la puerta de su cuarto, Dominic apareció en la habitación. Ackerley no se quejó, solo lo miró con algo de fastidio por interrumpir su tranquilidad.

—¿Qué tal si hacemos una fiesta?

—Son las tres de la tarde —dijo, con obviedad, Ackerley.

—Sí, pero si a Eliza le va bien, alcanzaremos a meter gente y cuando llegue ya no podrá sacarlos.

Dominic comenzó a pasearse por el cuarto, mirando hacía abajo y moviendo sus manos. Estaba planeando las cosas que haría ahora que Eliza estaba ausente.

—Iré con Amelie a comprar basura —le informó Ackerley.

—Entonces puedes comprar otras cosas... —sugirió Dominic, quedándose quieto un momento.

—Si me das el dinero, claro.

Dominic salió disparado a su cuarto con una sonrisa en el rostro, sacó unos billetes que tenía metidos debajo del colchón de su cama y corrió para llevárselo a Ackerley.

—Ya sabes lo que me gusta —le dijo guiñándole el ojo.

Ackerley tomó el dinero y rodó los ojos. No le gustaba hacer muchos favores, pero sabía que sus amigos lo ayudarían si él lo necesitaba, por lo que no podía negarse a hacerles pequeños favores como ese.

Cuando Dominic se marchó, Amelie volvió al cuarto de Ackerley para apresurarlo. Estaba realmente ansiosa por ir de compras.

En el primer piso, Lucy, Penny y Javier estaban en la cocina haciendo postres, mientras Jade miraba. Sí, esa era el magnífico plan al que Penny la había invitado.

—¿Por qué no hacen postres cuando Eliza está en casa? —preguntó Jade.

—Porque siempre termina en desastre —respondió, sin más, Lucy.

—Entonces, ¿no sería mejor no hacerlo?

Los tres quedaron mirando a Jade confundidos.

—¿Y dónde está la diversión en eso? —cuestionó Javier.

En ese momento Amelie apareció arrastrando a Ackerley con ella. Ella lo traía agarrado del brazo, como si no quisiera que se escapara.

—Yo y este chiquito —dijo, refiriéndose a Ackerley—, saldremos a comprar. ¿Quieren algo?

—¡Tráeme algo! —pidió Penny con emoción.

—¿Qué cosa?

Penny se encogió de hombros.

La Casa de los Universitarios LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora