Capítulo 31: Limpieza

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Durante toda la mañana, Dominic había estado debatiendo en su cabeza como lograr conquistar a Jade. No sería fácil, la chica no lo veía ni siquiera como alguien de su tipo, pero él estaba dispuesto a ganarse su corazón. Después de todo, era Dominic Rizzo... era irresistible.

Luego de dar vueltas por su habitación como un animal enjaulado, una idea llegó a su cabeza y corrió en busca de Javier.

Antes de almuerzo, Javier le estaba enseñando a Dominic a cocinar unas cosas, ya que, su amigo le había dicho que quería aprender a cocinar para su futura novia.

Según lo que sabía Javier, Dominic no tenía intereses de nada serio, al menos no pronto. ¿Qué le había dado en ese momento por aprender a cocinar por una mujer?

—¿Hay una chica en específico? —preguntó Javier con curiosidad.

—Bueno, la hay..., pero no puedo decirte su nombre.

Javier lo miró con sorpresa. No era algo que se hubiera esperado.

—¿Por qué?

—Porque si sale mal, estaré muy avergonzado.

Javier sonrió enternecido. Era sorprendente como Dominic podía ser una bestia y a la vez una dulzura.

—¿Cómo sé si está bien de sal?

—Siempre tienes que probar las cosas. Es regla de un chef.

Eliza entró a la cocina para buscar algo, cuando se detuvo al ver Dominic cocinando.

—¿Qué pasa acá?

—Domi me está ayudando —mintió Javier—. Yo se lo pedí.

Eliza asintió sin tragarse mucho la mentira, pero decidió no preguntar y solo ir hacia arriba para seguir quitando los huevos del pasillo.

Todos en la casa estaban asquerosos. Se habían machado con huevos, harina y otras cosas que habían tirado los vecinos después de que se les acabarán los huevos.

Ackerley y Penny estaban en el patio quitando el papel confort y los huevos que se habían estrellado en el patio, mientras Lucy y Amelie limpiaban los cuartos, y Eliza con Jade el pasillo.

—Vendrán a reparar los vidrios en la tarde —avisó Eliza, quien había subido con otra esponja para fregar el piso.

Jade se limpió el sudor de la frente.

—Nunca pensé que los huevos, la harina y los tomates fueran tan difíciles de limpiar.

—Aún falta la casa por fuera... necesitaremos una escalera para eso.

Luego de que adentro estuviera todo limpio, Ackerley y Dominic comenzaron a limpiar a la casa por fuera, arriba de unas escaleras que habían pedido prestadas a los otros vecinos que no eran los de atrás.

Al almuerzo, Dominic esperó expectante la expresión de Jade al probar la sopa y los canelones que había preparado con ayuda de Javier.

Jade no sabía que Dominic había estado cocinado, había estado tan ocupada que ni siquiera había notado que él no andaba por ahí, pero él notó que le había gustado su comida cuando vio que los comía con entusiasmo.

«Soy todo un galán», Dominic pasó su mano por entre su cabello con un aire de grandeza.

Una hora después del almuerzo, llegaron los hombres que iban a cambiar los vidrios de la casa, por lo que todos, menos Eliza, se quedaron en la sala para no estorbar.

Eliza vigilaba que los sujetos hicieran bien su trabajo, no dañaran nada y que no robaran nada. Sí, ella era desconfiada con los extraños, pero jamás la engañaban por lo mismo.

«Sólo el hombre del que estaba enamorada me pudo engañar...».

Eliza tenía una teoría del por qué le había pasado tal cosa: el amor la había vuelto ilusa y la había hecho bajar su guardia.

—Nunca más... —susurró.

—¿Dijo algo? —preguntó uno de los hombres.

—No, no —negó Eliza avergonzada—. Me hablaba a mí misma.

El hombre le dio una mirada extrañada y una sonrisa nerviosa.

«Grandioso, ahora un hombre que no conozco creerá que soy esquizofrénica».

Mientras tanto, Jade estaba sentada en la sala intentando jugar GTA con la ayuda de Amelie.

—Golpéala —le indicó Amelie.

—¿Por qué? —Jade no quería golpear a nadie, aun si era en un juego.

—Es la gracia de esta clase de juegos... Ahora, golpea a la tipa esa.

—Pero es una mujer que no nos ha hecho nada y nuestro personaje es un hombre fornido, no es correcto.

Amelie golpeó su frente con la palma de su mano.

—Jamás podrás jugar un juego con esa actitud.

Amelie le arrebató el control y comenzó a golpear a una mujer en el juego con una sonrisa malévola en su cara y luego hizo que su personaje corriera a un auto, lo robara y lo condujera huyendo de la ley.

—Espero que no haya niños que jueguen esto.

—Lamento decirte que hay niños de diez que juegan con más maldad que yo.

—No dejaré que mis hijos jueguen estas cosas.

Dominic se acercó al sofá en que estaba Jade y la miró interesado.

—¿Quieres tener hijos?

—Claro, amo los niños... y también tendría un hijo perruno.

Eso fue como música para los oídos de Dominic, él también quería ser padre algún día, específicamente, le encantaba la idea de tener una hija a la que consentir y adorar... y lo del perro también sonaba bien, era bueno que los niños convivieran con animales para un desarrollo positivo.

Penny se interesó en la conversación.

—Yo quiero tener un hijo sagitario, como Dominic.

—¿Por qué? —Dominic la miró confundido.

—Porque me llevo bien con ese signo —explicó—. Quizás así tendré una buena relación con mi hijo.

Amelie y Lucy rieron.

—¿Te parece que Domi es el hijo soñado de todo ser humano? —preguntó Lucy—. Yo no querría tener que ir a buscar a mi hijo a la escuela después de que golpeara a un compañero.

—¡Oye! ¡No te conté esa historia para que la usaras en mi contra!

—La violencia de Domi no tiene que ver con que sea sagitario —aseguró Penny.

—Nada de Domi tiene que ver con eso porque los signos zodiacales son una men... —Ackerley le cubrió la boca a Lucy antes de que pudiera terminar.

—Controla lo que dices —le advirtió en susurro.

En ese momento, el celular de Amelie sonó, anunciando un mensaje.

—No puedo ahora, la policía me persigue —dijo Amelie—. Domi, revísalo.

Dominic tomó el celular que estaba en la mesa de centro y puso el patrón de Amelie (todos sabían los patrones de todos en la casa).

—Es de una Tiare y dice: "Vete al diablo, no me importa tu estúpido juego, contéstame cuando te hablo"... creo que está molesta.

—Ponle esto: tú no eres más importante que mis juegos. Puntos suspensivos. A menos de que quieras ser mi novia. Carita guiñando un ojo.

Todos la miraron, extrañados.

—¿Así conquistas chicas? —le preguntó Dominic después de enviar el mensaje.

—No puedo decir que conquistar..., pero sí.

—Qué vergüenza ser amiga tuya —bromeó Lucy.

Amelie no presto mucha atención, estaba muy concentrada robando en su juego como para preocuparse de la vida real.

La Casa de los Universitarios LocosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora