Capítulo 11

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Lina yacía completamente dormida junto a mí, pero yo, aunque había intentado conciliar el sueño, no podía, las palabras de mi madre daban vuelta alrededor de mi cabeza y me preguntaba una y otra vez que otras cosas que me concernían me ocultó

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Lina yacía completamente dormida junto a mí, pero yo, aunque había intentado conciliar el sueño, no podía, las palabras de mi madre daban vuelta alrededor de mi cabeza y me preguntaba una y otra vez que otras cosas que me concernían me ocultó. Habían cambiado tantas cosas con ese video que no sabía exactamente cómo lidiar con ello.

Sin hacer mucho movimiento me levanté de la cama y con los pies descalzos caminé hasta la puerta y la abrí con cuidado para luego cerrarla detrás de mí de la misma forma. La polera que llevaba me llegaba hasta medio muslo y me arrepentí de haber salido sin nada más pues la casa estaba levemente fría provocando que mi piel se erizara.

El pasillo y las escaleras se encontraban a oscuras, por lo que con cuidado de no caerme las bajé en completo silencio. Solo iba a la cocina por un vaso de agua para aliviar el nudo de mi garganta que no me permitía tragar saliva correctamente.

Atravesé la oscura sala hasta la cocina la cual encontré tenuemente iluminada dejándome saber que alguien se me había adelantado.

—¿No puedes dormir? —cuestionó.

—¿Tu tampoco? —lo vi sonreír suavemente.

—No, no puedo —admitió.

Ashton estaba recargado de la barra de la cocina con un vaso de jugo de naranja en sus manos. La cajetilla de cigarrillos a su lado no pasó desapercibida para mí y mucho menos su torso desnudo.

—¿Te da sueño acaso? —él negó.

—Me relaja, más bien —asentí en compresión —¿Qué deseas? —cuestionó suavemente.

—Un vaso de agua, nada más —pedí.

Él se dirigió hasta las alacenas y sacó un vaso, luego se acercó al refrigerador y me sirvió el vaso de agua que había ido a buscar para luego tendérmelo.

—Aquí tienes —sin pensarlo dos veces lo llevé a mis labios y me lo bebí de golpe soltando un suspiro agradecido después de terminar.

Solo en ese momento pude reparar en lo deshidratada que estaba.

—Gracias —dije mientras me acercaba al fregadero para lavar el vaso.

Las manos de Ashton tomaron de las mías el vaso para dejarlo dentro del fregadero. Luego tomó mis manos entre las suyas y me acercó a él.

—¿Cómo estás? —mis cejas se levantaron con sorpresa ante su pregunta.

—Bien —contesté simplemente.

—No mientas —pidió —no a mí, por favor.

Miré al suelo intentando no mirarlo a los ojos, pero una de sus manos fue hasta mi mandíbula y la levantó suavemente para que mirara a esos ojos azules que se encontraban oscuros por la falta de luz.

—Yo... la llevo bien, enserio —acarició mi mejilla con su pulgar suavemente.

—Tu madre resulto no ser lo que creías que era —puntualizó —no me mientas.

T H O R N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora