Cuando el auto estacionó frente a la casa yo salí deprisa dejando la puerta del auto abierta y mi bolso dentro de él. Corrí como si mi vida dependiese de ello hasta la casa y grité el nombre de Ashton esperando que el respondiera.
—Aquí —lo escuché gritar desde la cocina.
Con una sonrisa que no cabía en mi rostro corrí hasta el lugar y lo encontré tomando jugo de un color rosáceo. Él dejó el vaso sobre la mesa y me sonrió como solo él sabía hacerlo. Yo me arrojé a sus brazos haciéndolo trastabillar y sin importarme el personal en la cocina besé sus labios lentamente mientras me sostenía de sus brazos.
—Te extrañé —susurré sobre sus labios y volví a besarlo degustando el sabor a fresa de sus labios.
—Yo también, amor —dejó varios besos sobre mis labios y yo me sonrojé en desmedida ante lo que me había dicho.
Antes me decían, hermosa, preciosa, muñeca y un sin número de cosas lindas, pero el que me dijeran amor o cariño como empezaban a hacerlo era algo más íntimo y eso llenó mi corazón de una emoción inexplicable, Dios mío, estaba sensible y lo más probable es que eso se debiera a que mi periodo estaba cerca o simplemente no podía con tanto cariño que me daban.
Una cosa era tener a un novio que diera todo por ti y otra muy diferente era tener a dos, dos hermosos, atractivos y cariñosos hombres. Lo mejor de todo es que no eran así con todo el mundo, de hecho, me había enterado de la existencia de otros amigos que se encontraban fuera del país, pero nadie además de ellos entraba en su círculo ni tampoco le demostraban que si tenían un corazón.
Era imposible olvidar aquellos días en los que teníamos reunión y ellos permanecían con su cara de póker ante todos. Pero cuando nos encontrábamos entre las paredes de su oficina no faltaba un beso, una caricia o un abrazo.
Era sencillamente hermoso y a la vez abrumador.
—Ve a ducharte, Camil ya está preparando la cena —él soltó mi cuerpo y yo asentí girándome hacia Camil quien preparaba la cena junto a Pamela.
—Hola, Pamela —susurré y ella me sonrió abiertamente.
—Hola, señorita, es un placer volver a verla —yo le sonreí y me fui en dirección a mi habitación.
Al entrar me la encontré muy diferente a como la había dejado y eso me dejó sorprendida. Por estar desesperada por ver a Ashton no presté atención a las remodelaciones de la casa.
La ventana de mi habitación ya no era aquella pequeña que una vez fue, sino que ahora era un ventanal que iba desde el techo hasta el piso y unas cortinas violetas y blancas lo cubrían. Mi cama ahora era un poco más grande y las sábanas combinaban con las cortinas y la alfombra peluda blanca. El sofá había sido cambiado por uno color violeta y las paredes estaban blancas, pero la del espaldar de la cama tenía triángulos violetas, grises y blancos.
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T H O R N S
DragosteMe resistí a enamorarme de ellos, pues estaba rota y aferrarme a alguien nuevamente no estaba dentro de mis planes. Pero fallé, fue imposible no hacerlo tras aparecer como raíces que me mantuvieron en pie cuando solo quería caer. Dos hombres dispue...