Capítulo 4

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No había dicho nada durante el camino de vuelta a su palacio, así lo llamaba yo y más después de haberlo visto desde afuera

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No había dicho nada durante el camino de vuelta a su palacio, así lo llamaba yo y más después de haberlo visto desde afuera. No comenté nada acerca del baile, ni pregunté el porqué de haber pagado quince mil dólares por un simple baile cuando yo estaba ahí para saldar una deuda, no para agrandarla.

—Gracias —dije suavemente en dirección a Ashton. Me había salvado de pasar vergüenza y aunque tendría que pagárselo al menos agradecía ese hecho.

—Son quince mil dólares que se suman a tu deuda —miré a Cameron por primera vez después de haber subido y no medí la forma en la que las palabras salieron de mi boca.

—Se los debo a él no a ti —dije bajito de forma mordaz.

—Oh, ya estas sacando las garras —tomé una bocada de aire intentando no decir nada más.

—No me debes nada, los di porque quise, no porque estuviese obligado a hacerlo —se encogió de hombros —no sabías bailar y se notaba tu miedo a kilómetros.

—¿No sabes bailar? —negué —joder, lo siento —él tomó un mechón de mi cabello y lo acarició levemente —no te dije nada porque lo olvidé, pero no me preocupé en lo absoluto cuando lo recordé, porque pensé que sabías, me disculpo por no avisar.

Me encogí de hombros restándole importancia no queriendo decir nada más, él soltó mi mechón de cabello y en cuando el auto estacionó y Ashton se bajó yo lo seguí para encaminarme hasta la casa y subir las escaleras sin siquiera despedirme, no me sentía bien, aunque intentaba guardarme todo lo que había estado sintiendo toda la presión que sentí cayó de golpe sobre todo mi cuerpo.

Corrí a la habitación cerrando la puerta detrás de mí para luego llegar hasta el baño y arrodillarme frente al váter para terminar vomitando lo poco que había ingerido en la tarde. Cuando las arcadas se esfumaron me levanté hacia el lavamanos después de jalar la palanca.

Lavé mi boca y volví a la habitación para sentarme en la cama y retirar los tacones que me estaban matando.

—Me mandaron a ver si te encontrabas bien —miré hacia Sasha quien había entrado en la habitación sin tocar.

—Lo estoy —me puse de pie dejando los zapatos en una esquina y sintiendo lo frío de la cerámica.

—Ese vestido te quedó hermoso —admitió maravillada.

—¿Lo quieres? —le pregunté —a fin de cuentas, ya no puedo usarlo para otra actividad —ella asintió una y otra vez.

—Para cuando me corresponda ser maestra de ceremonias en alguna actividad de la universidad —yo llevé mi mano hasta la cremallera y la bajé lentamente por mi cuerpo para luego entregarle el vestido sin molestarme en lo absoluto que me viera en ropa interior, a fin de cuentas teníamos lo mismo.

—Le dices a tu madre que lo estreche un poco y ya está —lo decía porque su figura era más delgada que la mía, yo poseía más curvas en ciertos lugares en donde ella tenía pocas provocando que mi cuerpo fuese más voluptuoso que el de ella.

T H O R N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora