Capítulo 29

15K 1.5K 145
                                    

Alisha Heish

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Alisha Heish

Dolor, desasosiego, soledad y tristeza. Y más emociones se les sumaban, pero trataba de ignorarlas para no caer en el hoyo que estaba creando yo misma.

Ver a Cameron y Ashton hizo que todo dentro de mi volviera a funcionar, tenerlo cerca a uno de ellos, sentirlo y escucharlo decirme te amo aun cuando los abandoné hizo que todo en mi mente colapsara, quería besarlo, abrazarlo y decirle que todo lo que estaba haciendo lo hacía por él, pero no podía, no podía porque todo se iría a la mierda.

Las lágrimas seguían cayendo una detrás de la otra en el camino a la casa de William. Me importaba muy poco que me viese herida porque él sabía que lo estaba, él sabía que me dolía la situación y el que Ashton y Cameron se fueran antes de tiempo solo confirmaba lo que él ya sabía, que yo los movía.

Al llegar me bajé de inmediato del vehículo y me adentré en la casa para ir por debajo de las escaleras hacia el pasillo en donde estaba mi habitación, pero antes de que pudiese huir William me tomó del moño y me jaló con fuerza pegándome a su pecho.

—Lo hiciste bien —alagó llevando su mano libre hacia uno de mis costados.

Gracias a lo descubierto del vestido él hizo contacto directo con mi piel asqueándome en el proceso.

—Ahora entiendo a esos hombres, tu cuerpo es tentador de todas las formas posibles.

Su mano subió por mi vientre hasta uno de mis pechos el cual apretó haciendo que la desesperación se esparciera por todo mi cuerpo.

Una de mis manos sostuvo la de él que sostenía mi cabello y la otra fue a parar hacia la que apretaba mi pecho intentando quitarla.

—No —dije segura removiéndome para que me soltara, pero eso solo hizo que el agarre en mi cabello incrementara sacándome un gemido de dolor.

—No me des órdenes, porque si no lo tomo es porque no lo quiero ahora, pero cuando llegue el momento simplemente no podrás evitarlo.

Su mano bajó hasta mi entrepierna y movió el vestido para tocar directamente mi zona más íntima tensando todo mi cuerpo.

—Suave y húmeda —alagó.

Mis lágrimas comenzaron a descender por mis mejillas y la desesperación hizo que me removiera con más fuerza mientras negaba una y otra vez al sentir sus dedos recorrerme.

—¡Suéltame! —grité cuando ya no pude más y él lo hizo riendo detrás de mí.

—Tu momento llegará —dijo seguro y yo corrí lejos de él en cuanto pude.

Las lágrimas seguían recorriendo mis ojos y cuando entré en la habitación cerré la puerta con llave y me deslicé por ella sollozando con más fuerza. Sus manos en mi cuerpo seguían ocasionándome escalofríos por lo que me volví ovillo en el piso abrazando mis piernas.

T H O R N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora