EXTRA I

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—¿Habías estado aquí alguna vez? —cuestionó con su rostro serio

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—¿Habías estado aquí alguna vez? —cuestionó con su rostro serio.

Yo solté un suspiro decidiéndome entre si responderle o no.

—Si —dije simplemente.

—Continua —me incitó.

—No haré su trabajo, usted pregunte que yo responderé —él sonrió de lado y yo moví mis manos para acercarlas más a mi cuerpo provocando que las esposas chocaran con la mesa de metal.

—¿Por qué estuviste aquí? —yo lamí mis labios mientras pensaba lo que diría.

—Mi exnovio me drogó en una fiesta a la que fuimos juntos, al día siguiente vine aquí para poner la denuncia —dije tranquila —luego de ello me interrogaron en esta misma sala.

Miré a mi alrededor las paredes grises y el espejo detrás del hombre rubio que me interrogaba.

—Según el reporte le proporcionaste una paliza —yo sonreí ante el recuerdo.

—Me desperté desnuda en una habitación que desconocía por culpa de él ¿Qué esperaba, que le arrojara flores? —él asintió comprendiendo.

—Pero según sé no llegó a hacerte nada —yo me dejé caer en el asiento ocasionando un estruendo con las esposas.

—Luchadores de las peleas clandestinas me conocían porque solía asistir, uno de ellos se percató de que algo no iba bien e intervino, al día siguiente al primero que vi fue a él en un sofá —él hombre frente a mi asintió y escribió algo en su libreta.

—Eso quiere decir que tienes antecedentes de violencia —yo suspiré irritándome un poco más.

—No me llamó por eso y ambos lo sabemos —él sonrió ante mi osadía.

—Hace unos meses un arquitecto muy conocido fue asesinado en su propia casa y nadie entiende como el asesino pudo entrar, escapar si, sabemos cómo lo hizo, pero no sabemos como entró. El caso fue cerrado ya que no se encontró nada más que nos guiara, pero resulta que hace dos días la hermana de William Prest encontró un teléfono en medio de dos colchones de una habitación de invitados —mi corazón comenzó a latir con más velocidad al entender lo que sucedía.

—No entiendo —dije intentando parecer tranquila.

—Me pareció que había sido un detalle que pasó desapercibido en la investigación, pero resulta que las personas más cercanas a la investigación fueron trasladadas, ascendidas o en su defecto renunciaron —yo reí con suavidad al verlo inclinarse en la mesa —sin mencionar que se te vio irte con él en la ultima fiesta benéfica y testigos aseguran que tú vivías en esa casa y que mágicamente desapareciste esa noche, pero lo más raro es que ninguno de esos testimonios está en las evidencias.

—¿Y su conclusión es? —él negó con una sonrisa.

—¿Tú lo mataste? —yo lamí mis labios ates de inclinarme en la mesa y acercarme lo más que pude.

T H O R N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora