Capítulo 9

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—Es una locura —jugué con los bordes del vaso vacío intentando no mirar a ninguno de los dos – no pienso hacerlo —dije segura

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—Es una locura —jugué con los bordes del vaso vacío intentando no mirar a ninguno de los dos – no pienso hacerlo —dije segura.

—Por favor, Alisha, hemos visto como nos miras, como tu cuerpo responde a la cercanía de ambos, como te calientas con solo una mirada nuestra —Cameron se apoyó levemente en la mesa mientras las palabras salían de sus labios.

—Vi la forma en la que respondiste a Cameron, como sostenías su brazo con fuerza, como te retorcías contra la pared —le di un golpe a la mesa frustrada.

—Cállate —él sonrió al lograr lo que quería.

—No te somos indiferentes y eso es lo que más te perturba de esta situación.

—¿En qué clase de mujer me convertiría si acepto salir con dos hombres, besar a dos hombres y sobre todo coger con dos hombres a la vez? —suspiré negando.

—¿Y en qué clase de hombres nos convertiría compartir a una mujer? En dos hombres que están dispuestos a hacer lo que sea para estar al lado de la persona que saben que les dará felicidad y a ti esto te convierte en la mujer más afortunada, Alisha, porque estaríamos postrados ante ti, viviríamos por y para ti ¿no te das cuenta de la forma en la que te miramos? ¿Cómo acaparas toda nuestra atención cuando te tenemos cerca? Creo que durante todo este mes te has dado cuenta —y claro que me había dado cuenta.

—¿Cómo la noche en la que no podías dejar de ver a mis pechos en vez de mi cara? —cuestioné mordaz.

—No es mi culpa que tus senos sean hermosos —el sonrojo llegó hasta mis mejillas casi de forma inmediata ante sus palabras.

—No acepto —dije segura —no pienso entrar en esto.

—Alisha, solo piénsalo, por favor —pidió Ashton —solo danos el beneficio de la duda y nosotros haremos el resto —cerré mis ojos suavemente al sentir como el líquido ambarino comenzaba a hacer efecto.

Sin responder levanté un dedo dándole vuelta indicándole al mesero en la esquina que repitiera lo que me había servido. Solo esperaba que el trago no fuese tan caro, pues el dinero en efectivo dentro del protector de mi teléfono no me sería suficiente.

Durante los minutos que se tardó para aparecer mantuve mi cabeza entre mis manos intentando procesar toda la información que me habían dado.

¿Qué si me gustaban? Si, me gustaban. Y Cameron tenía toda la razón al decir que mi piel se erizaba cada vez que alguno de ellos llevaba una de sus manos hacia mi espalda baja solo para guiarme. Ardí en llamas cuando me besaron, pero era solo eso, deseo carnal, un gusto efímero, solo estaba encandilada por el hecho de estar frente a hombres poderosos, de cierta forma mi cuerpo asumía el dominio que ellos poseían volviéndome una completa sumisa. Pero de ahí a aceptar lo que sea que pensaran en tener conmigo, era demasiado.

El vaso fue dejado frente a mí y al igual que el anterior me lo tomé rápidamente sin notar como los dos hombres frente a mí me miraban.

Dejé el vaso sobre la mesa y saqué del protector de mi teléfono los únicos cincuenta dólares que tenía en efectivo y los dejé sobre la mesa para luego levantarme.

T H O R N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora