Capítulo 3

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Sabían que eran las 3 con 15 minutos gracias al enorme reloj que se encontraba en la sala frente al sofá del que no me había levantado, no había explorado la casa, no había ido al baño y mucho menos había comido nada, había caído en un letargo del...

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Sabían que eran las 3 con 15 minutos gracias al enorme reloj que se encontraba en la sala frente al sofá del que no me había levantado, no había explorado la casa, no había ido al baño y mucho menos había comido nada, había caído en un letargo del que no podía salir, se había vuelto costumbre olvidarme de mis necesidades fisiológicas mientras nadaba entre mis oscuros pensamientos.

Aunque quisiera reaccionar simplemente no podía, no había nada que me impulsara a salir de mi propio universo, hasta este día, ni siquiera la mujer que me había ofrecido desayuno y almuerzo pudo sacarme de mi letargo, nada, solo los dos hombres que entraron por la puerta principal me pudieron sacar de mi desequilibrada mente.

—¿Qué decidiste? —la pregunta fue directa y sin rodeos, solo tenía que decir lo que ya había determinado.

—Que estoy de acuerdo —Cameron asintió mientras se posicionaba frente a mí.

—Pero hay reglas —dejé de enfocar mi mirada en el castaño para enfocarla en el pelinegro —no has comido nada durante el día y nuestra intención no es matarte de hambre, así que no sea la tuya.

Asentí prometiendo internamente que obedecería.

—Después de tu presentación firmaremos el contrato y podrás ir a tu casa a buscar lo necesites durante tu estadía, solo quiero recordarte que no estoy muy feliz de que te quedes, tampoco estoy feliz de que tengas que pagarme de esta forma, hubiese preferido ir a la policía, agradécele a Ashton que este siendo solidario contigo, porque para ser sincero no pretendía tener la menor de las consideraciones —dicho esto se levantó una vez más y solo pude escuchar sus pasos subiendo las escaleras hacia las habitaciones.

—Dormirás en la misma habitación en la que estuviste anoche, Camil te prestará ropa de su hija para estos tres días y Cameron te facilitará la vestimenta para el sábado —asentí dándome cuenta de que era miércoles, había perdido la noción de los días —debes tomar tus analgésicos, alimentarte y puedes entretenerte con lo que quieras dentro de la casa, pero no entres a las dos últimas habitaciones del segundo piso —asentí una vez más hundiéndome un poco en el mullido sofá debida a su sofocante mirada.

—Entiendo todo —él asintió más para que él que para mí.

—Eso sería todo por hoy, que tengas buenas tardes, Alisha, espero que tu estadía sea lo más placentera posible, claro, todo lo que se permita debido a la situación en la que te viste envuelta.

Luego de esto recorrió el mismo camino que el hombre anterior perdiéndose entre los pasillos de la casa en cuanto subió las escaleras.

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Podría decir que durante estos días había descubierto un poco más acerca de la vida de los hombres que me habían ofrecido un trato para saldar mi deuda, pero no era así, pues me había limitado a vivir bajo su mismo techo como si fuese una sombra, hablaba solo necesario como buenos días y buenas noches, sin mencionar que cada vez que me quedaba sola no hablaba con Camil más de lo necesario, ni siquiera me había atrevido a preguntar si ellos eran hermanos, porque creía que estaba mal ser entrometida, definitivamente lo estaba, las personas me contarían las cosas cuando las creyeran prudentes y yo debía preguntar solo si era directamente a la persona en cuestión.

T H O R N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora