Capítulo 2

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El viejo auto de mi madre iba a la mayor velocidad que se podía en una cacharra como esta, pero, aunque no fuese el auto más veloz iba a una velocidad suficiente como para lograr lo único que le daba sentido a mi vida, irónico, lo único que en ese...

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El viejo auto de mi madre iba a la mayor velocidad que se podía en una cacharra como esta, pero, aunque no fuese el auto más veloz iba a una velocidad suficiente como para lograr lo único que le daba sentido a mi vida, irónico, lo único que en ese momento le daba sentido a mi vivir eran las ganas de morir.

La noche era oscura y más considerando que me encontraba lejos de la ciudad en donde el fulgor de las luces no perturbaba la oscuridad, solo perturbaban mí ya ensombrecida alma.

Las lágrimas corrían por mis mejillas dificultando mi visión, pero eso no importaba, de hecho, facilitaba las cosas. Cuando estuve en el cruce en forma de T pisé hasta el fondo el acelerador y justo cuando cruzaba la estrecha carretera hasta el barranco que me esperaba al fondo un auto pasó por delante de mí, de inmediato pisé el freno, pero no fue suficiente para detener el auto y este chocó con la parte trasera del otro auto desestabilizándome y evitando que cayera por el barranco, en vez de eso di media vuelta en la carretera y terminé impactando el lado del copiloto contra un árbol que se encontraba en la orilla. Mi cabeza se golpeó fuertemente con algo que desconocía, mi vista se nubló aún más, pero antes de caer en la inconciencia ubiqué el otro auto para saber si estaba bien y así era, el auto se encontraba más adelante de mi justo en medio de la carretera.

Si la inconciencia no me hubiese llamado estaba segura de que le hubiese dado reversa al auto para recorrer la pequeña distancia que me separaba de la muerte, pero antes de siquiera poder pensarlo mis ojos se cerraron deseando no haber chocado con ese auto poniendo en peligro la vida de alguien que no tenía nada que ver con mis incesantes ganas de morir.

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Poco a poco recuperaba la conciencia, aunque no la movilidad en mis extremidades. Sabía a la perfección lo que había sucedido, recordaba cómo había acelerado el auto para acercarme a la muerte, pero terminé chocando con un auto.

Recordando tales cosas imaginé que aún estaba en el auto, claro si no había estado mucho tiempo inconsciente, aunque también era probable que estuviese en un hospital y esa teoría se reforzó cuando pude percibir la superficie acolchada debajo de mí.

Mis ojos se abrieron suavemente intentando acostumbrarse a la luz de la habitación, pero me molestaba más mi vista nublada que la intensa claridad de la habitación. Las bombillas en mi casa eran amarillas, sin embargo, estas eran blancas.

Cuando abrí mis ojos por completo intenté sentarme en la superficie en la que me encontraba apoyando mi mano izquierda, pero un quejido de dolor escapó de mis labios ante aquella acción. Llevé mi mano hasta donde la pudiese observar para estudiar la venda que se envolvía alrededor de mi muñeca. Al parecer me la había torcido o algo por el estilo.

Intenté sentarme una vez más apoyando esta vez mi mano derecha logrando sentarme en la mullida cama. La habitación que se extendía frente a mí era enorme, pero impersonal, no había nada que me diera una señal de donde estaba, pues no parecía ser la típica cama de hospital.

T H O R N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora