Capítulo 26

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El teléfono junto a mi comenzó a sonar una y otra vez y yo lo tomé mientras continuaba leyendo los documentos que en ese momento tenía en una de mis manos

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El teléfono junto a mi comenzó a sonar una y otra vez y yo lo tomé mientras continuaba leyendo los documentos que en ese momento tenía en una de mis manos.

—Oficina del señor Relish, buenas tardes ¿en qué puedo ayudarle? —contesté de forma automática.

—Que placentero escuchar esa voz de nuevo —contestaron del otro lado.

Mi cuerpo se erizó de forma automática y me senté derecha en mi lugar antes de aclarar mi garganta.

—Señor... —pero no pude terminar la oración ya que su voz me detuvo.

—Shhh, tu oficina tiene cámaras de seguridad, no quiero que quede registrado el video en el que tus hermosos labios pronuncien mi nombre —mi cuerpo se tensó ante el rumbo que estaba tomando la conversación.

—¿Necesita una reunión con el señor Relish? —cuestioné para darle vuelta a sus insinuaciones.

—No, lo que quiero tratar es directamente contigo y quiero que prestes absoluta atención a lo que te diré —yo tragué saliva algo ansiosa —en un par de minutos a uno de tus queridos novios le llegará una trágica noticia.

—No son mis novios —dije a la defensiva, pero él rio del otro lado.

—Claro —hizo una pausa antes de continuar —la cuestión es que van a culpar a Ashton Calen por el fallo estructural en uno de los edificios que están construyendo y en el cual se perdieron más de cinco vidas humanas y varios salieron heridos.

—Eso es imposible, Ashton verifica minuciosamente cada plano —lo escuché reír del otro lado de la línea logrando que un escalofrío me recorriera completa.

—Tengo unos documentos y unos planos que dicen lo contrario y un aliado en el personal que no dudará en adentrar todo esto en la empresa de la que formas parte, luego del proceso investigativo tu novio acabará arruinado y en la cárcel, así de simple.

El latir de mi corazón se volvió frenético ante sus palabras y un nudo se instaló en mi garganta.

— ¿Qué es lo que quiere? —cuestioné sabiendo que por el momento no tenía otra alternativa.

—A ti —dijo tranquilo —renunciarás y vendrás a mí.

—No puedo hacer eso, tengo un contrato de seis meses que aún no acaba —me levanté de la silla y me moví a un costado del escritorio tratando de alivianar la ansiedad que me estaba generando la situación.

—Contrato que puedes romper con la suma de cien mil dólares y no sé si lo has notado, pero sobre tu escritorio debajo de la laptop hay un cheque con esa misma suma esperando a ser firmado por ti, haz lo que te digo y ninguno de tus hombres saldrá perjudicado ¿lo entiendes? —yo me sostuve del escritorio al sentir que mi cuerpo fallaba.

— ¿Cómo no sé que esto es solo un truco? —él rio suavemente.

—Cuando te des cuenta de que la catástrofe es real no te quedará más remedio que confiar en mí, en tus manos están, tu sabrás si los dejas caer.

T H O R N SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora