Zoe debes estar bromeando

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Algo que siempre he sabido sobre mí es que tengo serios problemas al creer algo sobre una persona o situación que termina siendo... bueno, completamente diferente a lo que pensé que sería. La gente suele esperar lo peor de las personas y lo mejor de las situaciones, pero como yo no soy una persona normal, siempre pienso lo mejor de las personas y lo peor de las situaciones, lo cual conlleva a muchas consecuencias negativas.

Al esperar lo peor de las situaciones, me limito a hacer tan solo ciertas cosas, aquellas que sé que no cuentan como un riesgo para mí o la imagen que tiene la gente sobre mí (lamentablemente, no soy el tipo de persona que puede decir que no le importa lo que el resto piense de ella). Al esperar lo mejor de las personas... digamos que sucede lo que debe suceder: todos terminan decepcionándome. Y Zoe no fue la excepción.

Fue un día normal para una adolecente común en un colegio completamente ordinario; la única diferencia es que estaba hablando con él, y eso bastaba para hacer que mi día deje de ser corriente. Alex y yo estábamos, como dije anteriormente, conversando, cuando Fabricio, un amigo nuestro (que, por cierto, encaja perfectamente con el prototipo de un "chico popular", lo cual es lamentable) vino corriendo hacia nosotros.

-¡Alex! Ya sabes lo que está diciendo Zoe, ¿no? -exclamó Fabricio con la respiración agitada.

-No, ¿qué pasó?

-Dice que tú eres suyo y que quiere ser tu novia.

-¿Qué? Eso no es cierto, Fabricio -respondió Alex riéndose despreocupadamente.

"Esto es incómodo", pensé yo.

Después de varias insistencias de parte de Fabricio por hacerle creer a Alex que lo de Zoe era cierto, me fui a consultarlo con una fuente primaria: la misma Zoe.

Apenas la encontré, le conté sobre lo que había oído por parte de Fabricio, supuse que se ría o vaya a poner a Fabricio en su lugar por ir por ahí, diciendo mentiras sobre ella... bueno, supuse mal.

Una especie de perra que había invadido el cuerpo de Zoe me aseguró que quería enamorar a Alex... ¡aunque ni siquiera le gustaba! Simplemente no podía creerlo. No me lo esperaba. No de ella.

-¡Pero le vas a romper el corazón! -reclamé, para luego agregar en un tono de broma-. Wow, te has vuelto una perra malvada.

Debo admitir que después de eso me esperaba un "¡Es broma! ¡Caíste!" de su parte, pero sabía que no lo oiría.

-¿Recuerdas cuando dije que nunca iba a jugar con los sentimientos de los demás? -me preguntó Zoe con seriedad.

-Sí.

-Bueno... -prosiguió, y una sonrisa maliciosa surgió en sus labios-: mentí.

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