El crucero me hace bipolar

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No sé si lo haya mencionado antes, pero a veces pienso que siempre cuando salgo de vacaciones pierdo un poco más a Alex. Después de cada una de esas semanas libres de tareas y estrés, cuando vuelvo a ver a Alex está peor que antes. No peor de más feo, o más aburrido, o más tonto. Peor de más mujeriego, más insensible, más distante... menos él. Y por alguna razón siento que es mi culpa no estar ahí para evitar que eso suceda, que se siga auto-destruyendo. Sé que no es mi culpa, pero a veces uno se siente de esa forma al notar su impotencia en alguna situación que afecta a alguien que le importa.

Aunque también he pensado que, tal vez, Alex no cambia en todo ese tiempo. Podría ser que, al no verlo por tantos días, me olvidara de cómo era él y lo idealizara, mejorando todas sus características en mi mente y olvidando casi por completo sus defectos. Sí, podría ser una opción, pero cuando pienso en eso, releo los primeros capítulos de esta novela y me doy cuenta de que Alex en serio ha cambiado. Y me mata que cada vez aparte más a su "verdadero él" solo para intentar encajar con el resto. Alex, no sé por qué lo harías, si tu verdadero tú era mejor que el resto.

En fin, las vacaciones de mayo habían llegado y eso significaba una cosa: mi viaje de quince. Por más que todas mis amigas a excepción de Zoe teníamos catorce aún (yo era la más cercana a cumplir los quince), nos iríamos todas juntas a celebrar nuestros cumpleaños por adelantado a un crucero en el caribe durante una semana. Cabe admitir que fue la mejor semana de mi vida. Me pasé todos los días en el mar o en alguna de las piscinas del crucero, comiendo helado gratis las veinticuatro horas del día. Era el paraíso. Las noches eran fiesta, fiesta, fiesta. En el piso 15 había una discoteca exclusivamente para chicos y chicas de nuestra edad, y ahí conocimos a dos mexicanas que se volvieron amigas nuestras y a un brasileño muy lindo que todas queríamos que esté con Catalina. Y es que esta era la situación: Natalia, Zoe y Leah tenían novios, así que las únicas solteras éramos Amanda, Catalina y yo. Amanda y yo tenemos tanta actividad amorosa como una mesa, lo cual nos deja a Catalina como la única que posiblemente podría besar a un chico del crucero. El brasileño no estaba nada mal, así que todas apoyábamos fielmente que Catalina tenga un romance de siete días con él. En realidad, Catalina nunca lo besó, pero ellos dos siguen hablando en la actualidad por snapchat. Sé que se van a casar algún día.

Lo único malo de todo ello era que iba a estar en el crucero en el cumpleaños de Alex y como no tenía internet no iba a poder decirle "¡feliz día!" y todo eso. Me sentí mal por eso, pero evidentemente Alex lo iba a entender, ¿cierto? Además, habían muchas otras personas que le desearían un feliz cumpleaños aparte de mí, quizás ni se inmutaría.

Y un día, decidí que ya no quería pensar en Alex. Solo por esta semana, solo siete días libres de Alex. Quería relajarme porque en serio lo necesitaba y pensar en todas las chicas que caerían por Alex durante las vacaciones no me haría bien. ¡Era mi viaje de quince! Se supone que debía divertirme con mis amigas. Y eso era lo que haría.

***

Día 1: Mierda, lo extraño.

El primer día no fuimos a ninguna playa, sino que exploramos el crucero en su totalidad. Encontramos lugares deshabitados y Catalina y yo casi nos quedamos encerradas en una habitación con temática de jazz. Salimos de ahí en plan "misión imposible", ya que la puerta mecánica se estaba cerrando con nosotras dentro y corrimos hacia ella, pasando como ninjas por el espacio (cada vez menor) entre la puerta y la pared. Fue increíble.

En la noche intentamos entrar a la discoteca para adolescentes, pero no la encontramos. Recordé a Alex y lo extrañé, pero pronto aparté ese pensamiento de mi mente. Necesitaba relajarme.

Día 2: ¡FIESTA! ¡FIESTA! ¡FIESTA!

El segundo día fuimos a la playa Aruba, en las Bahamas. El mar nos sacó la mierda a todas, en especial a Catalina. Ella es sumamente propensa a vivir experiencias que ponen su vida en riesgo. Luego, por alguna extraña razón, mi mamá y la de Catalina se perdieron en la playa y mientras las buscábamos, mi amiga y yo nos volvimos más unidas. Me di cuenta de que, por más que había momentos en los que mis opiniones chocaban completamente con las suyas, la mayoría del tiempo éramos muy unidas y me encantaba la amistad que teníamos.

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