Me desperté con el peor dolor de cabeza que había vivido en toda mi vida. No, no era resaca, lo juro. Era un martes, el segundo día de la primera semana de colegio luego de las vacaciones del primer bimestre. Supuse que debería faltar a clases. No quería hacerlo, pero sentía que mi cabeza explotaría en cualquier momento. ¿Tendría fiebre? Busqué un termómetro en uno de mis estantes y lo coloqué en mi boca con torpeza, aún estaba dormida. Esperé un minuto y me sorprendió notar que mi temperatura era completamente normal.
-¡Mamiiii! ¡Me duele la cabeza! -grité, quejándome.
Sí, se podría decir que era una niña de mami. Era muy infantil y dependiente, a veces incluso me sentía inútil... ¡pero me dolía la cabeza y no era fiebre! ¿Qué rayos debía hacer entonces?
Mi mamá llegó luego de unos cinco minutos. Eran las seis de la mañana y ella también parecía un zombie. Apenas se asomó por la puerta le conté lo que pasaba. Me aconsejó que me lavara la cara y tratara de alistarme para ir a clases, tal vez el dolor se pasaría una vez despierta.
No lo hizo.
Mi cabeza retumbaba y no parecía tener un fin, la luz del sol lo hacía todo peor. Me despedí de Sebastian, mi mellizo y de Gabriel, mi hermano menor. Ellos sí irían a clases. Me quedé echada en mi cama y luego de unos veinte minutos llegó un doctor. Terminé con una inyección en... la parte baja de la espalda (dicho de manera no-formal, el culo).
El miércoles sí fui a clases, el dolor de cabeza por fin había terminado. Entré al salón y me senté al costado de Alex, siempre nos sentábamos juntos en la primera clase de cada día. Lo saludé con una sonrisa y él hizo lo mismo.
-¿Qué te pasó? ¿Por qué faltaste? -me preguntó.
-Ah, nada. Me dolía la cabeza, creo que solo era migraña.
-¡Eso duele como mierda! -exclamó. Yo me reí y le di la razón-. Por cierto, nos sentamos juntos en inglés.
-Oh, ¿en serio? -comenté, sonriendo.
-¡Sí! Debes agradecérmelo, me senté solo ayer por ti.
-¡Gracias, Alex!
En ese momento no pude creer lo que Alex había hecho por mí. Sí, no era la gran cosa y lo sabía, pero nunca creí que pudiera hacer algo como eso por mí. Creo que me sorprendí porque esa había sido la primera vez que Alex había hecho algo significativo por mí, si mal no lo recuerdo.
Media hora después sonó el timbre que anunciaba el final de aquella clase. Inglés era la última clase del día, lo cual significaba que, probablemente, no volvería a hablar con Alex hasta ese entonces. En aquella época, nuestra relación de amistad era un poco más tímida que la actual. Éramos muy buenos amigos, pero aún así me daba vergüenza hablar con él fuera de clases o en frente de gente, no sé por qué. Me levanté de nuestro sitio, cargué mis cuadernos y me dirigí a otra mesa mientras esperaba que mis amigas llegaran al colegio.
Nuestras clases son algo complicadas. Alex, Sebastian y yo empezamos a las siete de la mañana, ya que tomamos un curso de más. Ariana, mi mejor amiga, también empieza a las siete, pero como es un año mayor que yo, no hacemos clases juntas. Por otro lado, mis demás amigas llegan a clases a las ocho de la mañana. Estoy en el mismo salón que Zoe, Amanda y Natalia, pero Leah y Catalina no estaban en mi clase. Leah, lamentablemente, había repetido de año. Catalina no había ingresado a bachillerato, así que estaba en otra clase (aunque no entiendo cómo no ingreso, ella era muy inteligente).
Por fin llegaron Natalia y Zoe al mismo tiempo. Eran mejores amigas, así que solían llegar juntas a casi todo, desde las clases hasta las fiestas. No había señal de Amanda, quien sería mi compañera de carpeta aquel bimestre.
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Yo
Kısa HikayeSupongo que la mayoría de las personas se guardan sus pensamientos para sí mismos, mucho más sus secretos. Pero yo no soy normal, así que... aquí voy: Yo, una chica con pocas experiencias tanto en el amor como en la propia vida. Una chica insegura e...