Todo fue un malentendido

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¡Hola! Perdón por tardarme en actualizar, pero como recompensa actualizaré el siguiente capítulo antes del día de actualización (el domingo). Es un trato justo, ¿cierto? Espero que sí <3 Y bueno, sin más preámbulos, llega a ustedes el capítulo de hoy *gritos de emoción, aplausos* (ok, no). ¡Espero que les guste! <3

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En la Edad Media se hacían grandes bailes. Jóvenes de todas partes del reino vestían sus mejores atuendos, se peinaban elegantemente y se maquillaban con completa gracia para acudir a estos sofisticados eventos que tenían como propósito encandilar a los demás invitados, ser reconocidos por la élite de gente importante o, con suerte, conseguir oportunos matrimonios que traerían riquezas y honor a la familia.

Ese día noté que el principio de los bailes medievales no había cambiado casi en nada.

Al frente del centro comercial, había una plaza. Varios chicos de mi edad iban ahí todos los viernes, vistiendo ropa cuidadosamente elegida (lo suficientemente bonita como para verse bien ante el resto, pero no hasta el punto en el que parecía que pretendían impresionarlos). Tenían como propósito mostrar sus atributos al resto de adolescentes, ser reconocidos por la "élite" de los más populares de la ciudad o, con suerte, conseguir que algún chico y chica se fijara en ellos y comenzar a "fluir[1]" con ellos.

La plaza, el lugar en el que todos los chicos de mi edad se vestían con ropa que no les gustaba tanto para socializar con gente que no les agradaba tanto y exponer lo que (secretamente) no les convencía tanto de sí mismos para conseguir la aprobación de gente que, a fin de cuentas, no importaba tanto.

Sin embargo, por más que detestaba ese lugar, estaba prácticamente obligada a ir. No, mis amigas no me arrastraban hasta la plaza ni me amenazaban con incendiar mi casa y ahorcar a todos los miembros de mi familia si no lo hacía. Ellas no eran las que me obligaban a ir, sino... yo misma. "Nicole, tienes que ser una adolescente normal y hacer el tipo de cosas ordinarias que se supone que te deberían gustar", me repetía mentalmente cada vez que iba a la plaza y hacía un anormal esfuerzo por pasarla bien.

Y ese viernes no fue una excepción. Lo único que mejoraba el tema era que tal vez Leo iba a ir y, desde Semana Santa, no había dejado de pensar en lo genial que sería volver a verlo. Llegamos al centro comercial que estaba enfrente de la plaza para ver una película y esperar a que sea de noche. No recuerdo cuál película era, pero creo que me gustó porque salí de buen humor del cine. Natalia y yo caminamos hacia una zona del centro comercial desde la cual se podía ver la plaza y a todos los chicos que llegaban poco a poco.

-Y aquí podemos ver a la especie "frívulus testosteronus" en su hábitat natural -bromeé, señalando a un chico que fumaba en una banca con sus amigos-. El espécimen se encuentra ahora mismo al acecho de una hembra con la cual aparearse -y, señalando a una chica con un polo muy corto que se dirigía al "animal", continué- ¡Y logró atraerla! Veamos si hoy es su día de suerte.

Natalia y yo esperamos unos pocos minutos antes de ver cómo el "frívulus testosteronus" se llevaba a la chica a otro lugar y la acorralaba contra la pared, para luego besarla como si no hubiera comido en años.

-A continuación podemos ver como el "frívulus testosteronus" ha concluido con su ritual de apareamiento de manera satisfactoria. ¡Qué final tan conmovedor para esta impresionante especie!

Nos reímos y alcanzamos a nuestras demás amigas, quienes se encontraban bajando por las escaleras eléctricas en dirección a la plaza. Cuando llegamos, me di cuenta de que había más gente de lo que normalmente hay en aquel lugar y eso me preocupó un poco: debía socializar más de lo común. A lo lejos vi a Noah, así que me acerqué a él para hablar y, de paso, preguntarle si Leo estaba por ahí. Noah en serio me caía bien y luego de haberse dado cuenta de que yo no iba a permitir que me besara, dejó de intentar cosas raras conmigo y fuimos muy buenos amigos por un tiempo. Me contó sobre su antigua relación con Sofía, una amiga mía. Ella había roto su corazón hacía unos meses y la quería recuperar, así que yo lo aconsejaba sobre qué hacer con respecto a mi amiga. Ese día había decidido hablar con Sofía, pero todo salió mal y decidió olvidarse de ella. Sin embargo, yo le prometí que hablaría con ella más tarde. Luego de nuestra conversación le pregunté por Leo y, para mi mala suerte, me dijo que no había ido ese día.

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