Son las hormonas Nicole; solo las hormonas

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-"Son las hormonas, Nicole; solo las hormonas" -me repetía mentalmente a mí misma cada vez que pasaba cerca a Alex. Después de aquel ensayo todo había parecido cambiar en mí.

El ensayo acababa de terminar y todos estábamos guardando nuestros respectivos instrumentos. Yo, como buena amiga que soy, estaba esperando a Alex, que siempre es el último en guardar todo. Estábamos hablando tranquilamente cuando de pronto... se volteó. Sí, se volteó, y yo estaba a escasos centímetros suyo. Juro que su rostro estaba tan cerca al mío que compartíamos el mismo aire. Justo en ese momento tuve la sensación más extraña y fascinante de mi vida. Sentí que alguien tiraba de mi pecho y me dificultaba respirar, pero... de una buena forma. También sentí esas tan conocidas "mariposas en el estómago": ¿mariposas? ¡A la mierda las mariposas! Eran unos putos dinosaurios alados. -¿Dragones?- Sí, eso. dragones. Simplemente... podría decirse que hubo un cortocircuito en alguna parte de mi cerebro.

¿Desde cuando se había puesto tan guapo? No, probablemente era mi imaginación.

¡No! Alex sí era guapo. La diferencia era que antes no me había dado cuenta de eso. Pero, ¿cómo? Es decir, su belleza era más que evidente. Tal vez porque antes no me fijaba en él.

O sea, ¿eso quiere decir que ahora me fijaba en él? Esto no puede estar pasando. No puedo hacerle eso a Sebastian.

Ah, sí. Sebastian es mi hermano. No sería un problema si no fuera por el hecho de que paramos con el mismo grupo de amigos. Eso quiere decir que... soy algo así como "la pequeña princesita protegida de Sebastian", en otras palabras: cualquier chico que quisiera algo más que mi amistad terminaría con un ojo morado (y eso si tenía suerte).

¿En qué estaba? Ah, sí. ¡No puedo hacerle eso a Sebastian! Él odiaría saber que me gusta uno de sus mejores amigos.

Pero Alex no me gusta, ¿cierto? Es una simple atracción física, ¿cierto?

<<No lo creo, Nicole. Eso no fue lo que pensaste en aquel ensayo de banda>>

¡Agh! Malditas hormonas.

...

¿Les he contado sobre mis amigas? Bueno, ya les hablé de Ariana, la loca shippeadora un año mayor que yo que tanto quiero. Pero ella no es mi única amiga. Al igual que Alex, yo podría ser llamada "una chica popular", pero no me sentía (ni me siento hasta ahora) identificada con el prototipo de una popular. No, no soy rubia, mi cabello es de un color marrón tan oscuro que a menudo es confundido con negro. No, tampoco tengo ojos azules: son marrones café. Aunque no me quejo, porque tampoco son feos; de hecho, me gustan mis ojos. ¿Alguna vez les han dicho que tienen "ojos de vaca"? Puede sonar como un insulto, pero si te fijas bien, las vacas tienen unos ojos preciosos. Tampoco soy una hueca superficial; en realidad, tengo uno de los mejores promedios de toda mi clase.

Mis amigas tampoco son como las típicas populares, aunque sí se parecen más al prototipo que yo. Mis mejores amigas son cuatro (aparte de todas mis demás amigas). Primero está Amanda, la chica más tierna que existe sobre la faz de la tierra: parece un osito de peluche y por cada cosa que hace lo único que puedes decir es "awww". Luego está Catalina, la más hipster de todas nosotras y una de las personas más divertidas que puedes conocer. Por otra parte está Natalia, una de las chicas más bonitas y atractivas de todo el colegio. Ella puede parecer muy hueca o todo lo que la gente piensa de una típica popular, pero cuando la conoces es... rara, muy rara en el mejor de los sentidos. Finalmente está Zoe. Ella es la que la sociedad podría conocer como "la lider del grupo", pero nosotras le hacemos tanto bullying que no sé cómo se la puede nombrar de tal forma. Zoe es la que más chicos atrae entre nosotras cinco y tiene un cabello castaño ruloso digno de un comercial de L'Oreal. Aunque ella es la que parece más tonta entre todas nosotras, no lo es en lo más mínimo. Es el tipo de chica que puede conseguir a cualquier hombre que se cruce por su camino, incluso sin proponérselo.

Aunque quiera a mis amigas por igual, Zoe es la que más nos interesa en esta historia. ¿Por qué? Bueno, su novio (un imbécil que no merece ser nombrado ni tener un mayor protagonismo en esta historia) acababa de terminar con ella, y Zoe estaba destrozada. Lamentablemente, ella no sabía controlar las consecuencias de un corazón roto, así que tomó un mal camino: empezó a coquetear con todo lo que se movía (sí, entre eso estaba Alex).

-Alex, si no me caso en treinta años y tú tampoco, ¿me prometes que nos vamos a casar? -preguntó a Alex en plena clase de inglés.

-Sí, supongo -respondió él.

Me tuve que contener a lanzarle una silla a Zoe. ¿Qué rayos me pasaba? Era una de mis mejores amigas, solo estaba dañada y trataba de ocultarlo de alguna forma. ¡Pero qué tal forma! Ella podía conseguir a cualquier chico, no tenía que ser necesariamente Alex. Aunque no me podía quejar, porque nadie sabía (ni siquiera ahora) que me gustaba él.

En el recreo tuve que soportar los constantes abrazos y otras cosas cursis entre Zoe y Alex. Juro que quería gritar: no era justo, nada justo. ¿Por qué me afectaba tanto si era solo una atracción física lo que sentía por él?

Malditos celos. A la mierda las hormonas, esto era algo más.

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