—Bueno, Merlín me obliga a estudiar.— le contó a la mañana siguiente a Hisirdoux.
—A mí me pidió ayudar para hacer un amuleto.— contó el pelinegro emocionado.—¿No te parece increíble que seamos parte de algo muy grande?— preguntó entusiasmado.
Circe no sabia que responder, ella no quería ser parte de algo grande. Quería pasar desapercibida, pero no le podía negar la ayuda a un hombre que prácticamente la salvo de ser sacrificada.
—Supongo que si.— respondió resoplando, hojeando el libro.—Casi fui parte de algo que iba mas allá de mí.— contó.—Quizás esta vez sea diferente.
Hisirdoux la vio, cayendo en cuenta de lo que la joven hechicera hablaba. Puso una mano en su hombro, llevándose la atención de la muchacha. Le dio una mirada, que muy pocos hombres lograban darle, una cargada de calma, y algo de paz.
—Esta vez sera muy diferente, estaré yo ¿Eso cuenta?— río para tranquilizarla.
—Algo así.— sonrió.— Puede que ayude más de lo que creer.
—Lo se niña, ayuda más de los que crees.
—Vamos, Douxie.
Ambos siguieron con las tareas que se les asignó. Debes en cuando hacian una pausa para tomar algo de aire, o comer, y luego seguían.
Hisirdoux se había enterado de que Merlín y el Rey salieron en busca de ayuda de los trolls que se ocultaban de la tiranía de Gunmar. Que el mismísimo gran hechicero prometió una arma que daría fin a la era oscura del gunm gunm, solo que debía hacerla, entonces su presencia en la gran sala de Merlín fue requerida. Mientras que Circe por su lado seguía leyendo los libros que le asignaron.
Los días pasaron, ella no tenia noticias de su amigo, le daba miedo tocar la puerta para ver si del otro lado estaban bien, por su parte seguía absorta en su propósito. Sin ayuda de nadie, mejor dicho, con ayuda de los muy detallados libros del gran hechicero, pudo hacer magia de calidad, o al menos acercarse a eso.
Desde un hechizo para cristalizar a otros, hasta mucho tipos de pócimas.
—Así no es tan fea la magia.— repitió, tras probar otra pócima en algún caballero.
Se sentía en su elemento, esa clase de hechicería era lo que atrapaba su atención, le gustaba mucho mas que aquellos para que lo nació. La simple hechicería, o ser curandera. Siendo esto último lo más anhelado, pero su condicione como una nigromante de nacimiento la alejaba de ser una curandera, y debía conformarse con la magia simple.
—Algo es algo.— repetía ante la circunstancia.
Estaba decidida que nunca practicaría la nigromancia; sin embargo un apartado oculto llamo su atención.
—"Magia de sombras"— leyó en voz alta.—Por Morgana La Fey.— susurro el nombre prohibido.
Ese libro, similar al que uso para huir, le provocó un escalofrío. No estaba lista para volver a leer las páginas de esa mujer. No estaba lista para entregar una parte de su magia para hacer otra aún más poderosa.
Era mezclar la muerte con la oscuridad. Hacer aún más intenso todo eso de lo que se quería alejar. Expandir sus conocimientos hasta empujarlos lejos de los límites de lo que ella era capaz de lograr.
—No —murmuro, y alejó el libro—. No, no, no esto es una terrible idea.
¿Merlín lo habría hecho a propósito? Él sabia que ella no quería saber nada de oscurantismo, sin embargo allí estaba aquel elemento que no hacia más que susurrar su nombre. Atrayéndola sin darse cuenta.
—¡Circe!— llamaron a la joven criada sacándola del trance en el que estaba.—Lady Hestigio, la requieren en la sala de Merlín.— comunicó Lancelot.—Y por favor, no practiqué pócimas sobre mis caballeros en el camino.
Ella asintió, y salio caminando de su pequeño lugar de estudio.
Llegó tan rápido como pudo a la gran sala. La puerta estaba semi abierta, una luz azul, y las voces de una conversación, pasaban por ahí. No podía oír bien lo que decían, no se escuchaba enojo, era mas bien una especie de conversación vivida.
Sin tocar, entró.
—Muy bien ¿Para que me han llamado?— preguntó con una gran sonrisa.
—Para que vea esto.— dijo Merlín alzando un amuleto, que parecía una brújula azul.
Circe no sabia que festejaba, pero se había unido a Hisirdoux en un abrazo mezclado con gritos de festejos. Era eso de lo que hablaba el aprendiz sobre pertenecer a algo mas grande que uno mismo. Le gustaba la sensación de ser parte y mantenerse viva en el proceso.
Merlín los dejó a los dos solo para que acomoden el lío de la sala. El aire estaba colmado de una sensación de alegría que era difícil de explicar. Más a un para Circe, que nunca antes estuvo en lo que era un festejo.
—¿Qué haremos ahora?— pregunto con inocencia Circe.— Quiero festejar, deberíamos hacer eso.
—Si, no creo, no es el momento. — respondió Hisirdoux, cabizbajo.
Aun seguía fresco el recuerdo de Arabella marchándose, sin que este se despidiera de ella. No quería verse afectado, no frente a su pequeña compañera, que no hacia más que ver todo con ilusión.
—Pero pronto, luego de lo que se avecina. —hablo sin pensarlo.
—¿Qué se avecina?— preguntó Circe dejando de lado su labor.
Hisirdoux la vio, aun la sentía como una niña pequeña. Era una, a la que sentía la necesidad de cuidar, hasta de la palabra más perturbadora. No podía imaginar ni una parte de lo que ella vivió, y lo tan diferente que de veía a la noche en que la conoció. Ahora hablaba, y estaba llena de colores.
—Olvídalo, mañana sera otro día, y la paz sera con nosotros.— respondio ignorando la pregunta.
En cuanto terminaron su labor, cada quien fue a su recámara. Antes, Circe paso por sus libros. Tomo todo, y ya en su cuarto lo tiro todo sobre la cama, desparramando las hojas a lo largo. Luego de vestirse para dormí, vio el desorden de su cama, bufo. Al acomodar, su mirada bicolor se frenaron ante aquel libro que buscaba evitar.
—No, no me hace falta.— se dijo así misma tomando las hojas y dejándola lejos de su mirada.—No hoy, no mañana, no nunca.
Acostada, lentamente se fue sumergiendo en un plácido sueño.
—Vamos, es una hojeada.— susurraba una voz.—Lo deseas, no seas tonta.— repetía.—No luches.— fue lo último que se escuchó con claridad.
Circe abrió los ojos con gran velocidad, estaba sudando frío, temblorosa, y parada con las hojas de aquel apartado en las manos.
—¡Maldición, no!— gritó tirándolas al suelo.—Luchare hasta que mí espíritu no de mas.
Oculto aquel apartado de su vista, muy lejos de ella, mas bien lo enterró lejos, en algún lugar que con el tiempo iba a olvidar.
°°°°
Circe es como yo cuando evado algún tema para un parcial, obvio a mi después me va mal 😂
Quiero que esta historia sea como los libros de bolsillos, capítulos corto pero que no dejan cabos sueltos.
¡Como siempre gracias por el apoyo, y hasta la próxima!
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¿A Que Le Teme Circe? - [Tales Of Arcadia, Au]
Fantasía🔸Libro 3🔸 Negar la naturaleza de la magia nunca fue tan difícil hasta que esta se hacia presente cada día que pasaba. Circe Hestigio estaba convencida de que nunca llegaría a ejercer la nigromancia o la magia de sombras, pero su curiosidad ingenu...