Pelearon espalda con espalda, contra todo aquel que se les fuera encima, con magia, o con la espada. Eran dos, y a la vez uno solo, Circe no se había sentido así en años, nunca una pelea le gusto tanto como hasta en ese momento. Luego de un interminable round, los que se dieron por vencidos, y aun seguían sanos se marcharon.
La excitante sensación de la adrenalina recorriendo el cuerpo de Circe la hizo saltar en el lugar dando gritos de alegría, hasta que se relajo y vio todo a su alrededor, y a Baltimore mirándola con cara de sorpresa.
—Uuups.— dijo apenada.—Soy la curandera, puedo solucionar esto.
Muchos hombres habían quedados tendidos en el suelo, y Circe no lo podía dejar así, su deber siempre fue curar a pesar de que su magia este ligada a la muerte. Puso sus manos sobre la tierra, recitó un cántico iluminando el suelo moribundo. La luz llego a todos aquellos que se encontraban quejándose por los golpes, y quedaron dormidos de repente.
—Bien, al despertar no sentiran nada —dijo—. Eso espero.
—Tu corazón en muy noble por salvar a estos idiotas.—dijo Baltimore con voz entrecortada.
La fortaleza que tanto caracterizaba al brujo, poco a poco fue disminuyendo, quedando de rodillas. Circe no creía lo que veía menos sabia lo que le ocurría.
—¿Qué ocurre? —pregunto agitada.
Un sentimiento de desesperación le recorrió al ver en los ojos de aquel hombre solo oscuridad. No era solo eso lo que la mantenía preocupada, sino que tambien podia sentir la presencia de goblins. Lo que hizo que se le pusiera la piel de gallina, esa era la hora en que esas criaturas salían a cazar a sus víctimas.
—Debes levantarte Baltimore.— rogaba por sus vidas Circe.
Sin saber de donde, Circe hacia toda la fuerza posible para que el brujo, mucho mas pesado que ella, se levantara del frio suelo. Con la poca energía que le quedaba Baltimore se puso de pie, y junto con la hechicera que usaba de apoyo, caminaron por la oscura noche hasta llegar al pequeño y acogedor hogar.
En la entrada, con cara de asombro y preocupación estaba Hisirdoux. Salió corriendo a ayudar a su amiga a llevar al hombre, que ahora los superaba en peso a ambos por igual. La delgadez del pelinegro resistió a duras pena el poco trecho que quedaba. Al entrar a la casa, los tres cayeron al suelo, y por la entrada, de un salto, ingreso Alack, quien fue directo a la cara de su familiar para lengüetearle todo el rostro.
—Estoy bien amigo, no es necesario.— dijo Baltimore tratando de sentarse.
—No, brujo, no estas bien, y si es necesario.— le respondió el gran lobo negro a su familiar.
—Wuau, no sabia que hablabas Alack.— se sorprendió Circe.—Muéstrame que te ocurre, brujo tonto, lo que vi allá no es normal ¿Qué te ocurrió?
El brujo se arremangó la camisa y dejo al descubierto tres tatuajes que iban de su muñeca hasta el antebrazo. Lo que sorprendió no fueron sus marcas, similares a la de Circe pero de un color distinto, si no que su brazo se iba cubriendo con una especie de lineas violáceas que subían hasta perderse por debajo de la manga.
—Quítate la camisa Baltimore.— ordeno Circe con voz firme.
Al ver que él no hacia lo que ella le pedía, a la fuerza se la saco. Si alguna experiencia le había dejado ser curandera era tratar con hombre tercos. Hisirdoux ayudo a quitarle la prenda, y cuando ambos vieron su torso desnudo quedaron boquiabierto al ver lo que la ropa ocultaba.
—Por mí madre, ¿Un hombre puede verse así? —pregunto sorprendido Hisirdoux.
—Douxie —lo repecho, avergonzada.
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¿A Que Le Teme Circe? - [Tales Of Arcadia, Au]
Fantasía🔸Libro 3🔸 Negar la naturaleza de la magia nunca fue tan difícil hasta que esta se hacia presente cada día que pasaba. Circe Hestigio estaba convencida de que nunca llegaría a ejercer la nigromancia o la magia de sombras, pero su curiosidad ingenu...