Los últimos tiempos junto con el brujo estaban lejos de ser una proeza de amor. No sé llevaban mal. Tanto por dentro como por fuera del matrimonio se los veía felices. Pero algo en ellos fallaba.
Estando allí, Baltimore se lo notaba distante, y Circe se encargaba de negar aquello. Si ella seguía sonriendo cada vez que lo veía llegar, o suspiraba de alegría por cada beso, entonces no había tal distancia que pudiera ver.
Así como negaba ese monstruo silencioso, también lo hacía con algo más que aún le dolía. Ella se refugiaba en la creencia de que el tiempo lo curaba todo. Aún amaba a su hija como a nadie más, pero hablaba de ella con tranquilidad. Diciendo que era algo que, que pese a estar latente en su corazón, lo había superado.
Habían pasado al rededor de doscientos años de la noche en que la arrebataron de sus cansados brazos. Tiempo en que no se detuvo a llorarle como lo merecía. Ella tenía asumido que ya no le dolía.
Circe se había convertido, muy a su pesar, en una tumba. Donde guardaba todo lo malo, y lo enterraba muchos metros bajo la espesa tierra.
•••
No recordaba que aniversario era. Habían pasado muchos años desde esa vez que se reencontraron en Marruecos y cuando se casaron. También debía sumar que por algunos periodos de tiempo se alejaban para luego volver a estar juntos.
Ya no contaba los años, ahora solo pensaban en esa fecha, que a su manera era especial.
Pero no solo la fecha era especial. Este era el primer aniversario que tenían desde la muerte de la princesa Aria I. Qué pese a quererla y cuidarla como a una hija, Circe no lloro su muerte. No sintió culpa por no poder haber evitado la tragedia o haber intentado traerla a la vida con su oscura magia.
A Circe parecía que esa partida no le afecto. Y la única persona que no estaba preocupada por la falta de reacción a la tragedia era la misma hechicera.
Muchas veces Hisirdoux trato de tocar el tema pero Circe solo continuaba con su deber. Él dejó de intentarlo, y la apoyo en su negación pese a no estar de acuerdo.
La mañana del aniversario, le dio una mano con la cena para su esposo. Fueron juntos al mercado, y entre los dos eligieron los mejores ingredientes. También tendría la casa para ella sola, luego de implorarle a Zoe que aceptara a su hermano por esa noche.
Todo marchaba a pedir de boca. Había perfumado su cabello, parecía que cada rizo tenía vida propia de lo brillante y sedoso que estaba. Con algo de esfuerzo tuvo acceso a un mejor vestido de lo que siempre usaban. Y aunque no le gustara mucho, su sonrisa estaba pintada.
Baltimore volvía luego de un mes de ausencia, y Circe no podía estar más ansiosa con su llegada.
Aún no tenía noticias de él. Tenía entendido que llegaría antes del anochecer, pero este no había llegado. Baltimore era la persona más puntual que conoció en su larga vida, y que se le hiciera tarde era para preocuparse.
-Bueno, todos se retrasan. Es normal, es humano.- se dijo así misma.-Después de tantos años me sorprendería que algo así no sucediera.
La luna se puso en lo más alto del cielo nocturno y él no llego. Circe tomo una gran bocanada de aire, y pestañeo un par de veces para evitar dar un grito fuerte o llorar.
De repente, luego de tantos meses, sintió la sangre correr hirviendo bajo su piel tostada. Le cosquilleaba el centro de su cuerpo, y le ardía la mirada.
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¿A Que Le Teme Circe? - [Tales Of Arcadia, Au]
Fantasía🔸Libro 3🔸 Negar la naturaleza de la magia nunca fue tan difícil hasta que esta se hacia presente cada día que pasaba. Circe Hestigio estaba convencida de que nunca llegaría a ejercer la nigromancia o la magia de sombras, pero su curiosidad ingenu...