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Siete años después. 

Querido diario:

  Trato de llevar escrito lo mas que pueda por todo lo que he pasado los últimos años. No lo hice ayer en la noche, pues mucho alcohol, tan asi que ni si quiera podía agarrar un lápiz. Aun siento mi cabeza palpitar. Y como todo lo que ingerir aún sigue flotando dentro.

 En una taberna un tipo se quiso pasar de listo conmigo, del cansancio y la gran ingesta de alcohol, le partí una silla en la espalda. La adrenalina me duro poco, y cuando me di cuenta de lo que hice, mi cuerpo se paralizo por el miedo, y aquel hombre en definitiva estaba muy enojado. Prometí no usar magia frente a salvajes, sin embargo ayer era mas que necesario. Por suerte para mi pude desaparecer antes que prendieran sus antorchas.

Te preguntarás porque bebí demasiado. Para empezar era para festejar mi cumpleaños numero veintinueve ¿Quién lleva la cuenta?, y segundo porque creí haber visto a Baltimore. Lo juro por Merlín no me puedo quitar a ese idiota de la cabeza ¿Cómo alguien puede vivir así? Pasaron siete años de la última vez que lo vi, no es muy justo que digamos...     

—¡Aaahhh!— grite haciendo que Cáliz diera un salto en su cucha.—¿Por qué me debe pasar esto? ¿Por qué no lo puedo sacar de mi cabeza? Debería usar un conjuro contra mi misma para borrar esos tres años.— le comente al conejo que salto a mi regazo.—Mejor no, podría olvidar todo lo que aprendí.

 Mientras estaba enfrascada en mi dilema moral mágico, alguien llama a la puerta. Lo que se me hizo raro, no era ni cerca del medio día, a esta hora, un sábado, muchos duermen.

—Ay no, es el tipo de ayer.— fue lo primero que pensé.

 Sentí como mi rostro palidecía del miedo. Me vi a mi misma en una horca, y todo el mundo festejando que acababan de cazar a una bruja, algo que no soy, y nadie se molesta en aprenderlo.

Otra vez golpean, mi corazón dio un golpe en mi pecho, sentía como si estuviera por estallar. Como desearía que Hisirdoux estuviera acá, pero él se fue hace unos meses a no se que y no se a donde, prometiendo volver.

—Que ilusa.

  Me acerco a la puerta, temblorosa, con mucho miedo, apoyo mi oído en esta, no se escuchaba nada del otro lado.

—¿Quién es?— pregunto con voz quebradiza, estaba segura que iba a llorar en cualquier momento. 

—Vamos tonta, ábreme.— su voz hizo que mi alma volviera al cuerpo.

 Con toda la alegría de que no fuera una turba enardecida, abrí la puerta y salte a los brazos de aquel hombre que tanto tiempo llevaba extrañando.

Olía a mil rayos, y andaba bastante andrajoso, aun mas delgado que la última vez que nos vimos. Por un momento temí quebrarlo con el abrazo. En los últimos años mi aspecto físico cambio bástate, mi pecho había aumento y deje de ser tan delgada. Hasta sentía tener mucha mas fuerzas que en mis veinte años, en definitiva ya no era una niña. Aunque no dejaba de verme joven al lado de otras mujeres de mí edad.

El tema de la magia y la juventud, es algo de lo cual no estoy del todo entendida.

—Que has crecido.— dijo sorprendido al soltarse del abrazo.—¿Cuánto paso de la última vez que nos vimos, tres años? Feliz cumpleaños Circe.— me volvió abrazar.

—Fueron largos estos tres meses.— comento, no había perdido la esperanza de que volviera para esta fecha.

 Por un instante creí que se caeria ahí en el acto. Su cuerpo estaba helado, le faltaba abrigo, le faltaba un hogar al pobre tonto. Le prepare una bañera con agua caliente para que se bañara, y me quede a su lado vigilando que no se quedara dormido en el agua.

¿A Que Le Teme Circe? - [Tales Of Arcadia, Au]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora