Cuando todo se volvió oscuro y caótico, pudo verla en los sueño. Con el cabello rojo, y anaranjado como una llama. Con la mirada más brillante que nunca. Con todas sus pecas formando cientos de constelaciones. Y su rostro, lleno de paz, solo como ella era capaz de tener.
La podía ver, porque su perfume, o lo más parecido, inundaba el cuarto. Estaba seguro que era más de media noche, y se cuestionaba como es que a esas horas podía tener una idea tan lúcida. Tan vivida de la hechicera.
No quería abrir los ojos, porque dejaría de verla, pero debía saber de donde provenía tan fuerte fragancia. Seguro de que estaba solo en el cuarto, y demasiado lejos de ella.
—¿Qué ocurre? —pregunto, con la voz rasposa por el sueño.
Al no recibir una respuesta de inmediato, se obligó a abrir los ojos para encontrarse con una mirada celeste al otro lado de la cama. Estaba decepcionado. Una parte suya deseaba que ese sueño fuera realidad, y la persona que ocupaba un lugar allí sea Circe.
—Ese perfume —hablo.
—¿Te gusta?
—Ahora lo odio —carraspeo—. ¿Qué quieres Luana?
—Te escuché, no dejas de hablar entre sueños —respondio ella.
La rubia se enderezó, y de un chasquido el cuarto se iluminó.
—No solo eso, es tu magia. Se ha salido de control últimamente, creo que es por ella.
Al oírla, se sentó, y terminó por abrir los ojos por completo. La luz que iluminaba el cuarto era clara, en un tono aguamarina. No le disgustaba, pero tampoco estaba acostumbrado a ese tipo de magia tan blanca. No estaba acostumbrado, aún después de meses, de estar con ella merodeando por ahí.
—No se trata de ella …
—No lo sabes —le interrumpió.
—No, es algo más. De mucho antes de conocerla —hablo Baltimore—. No importa, lo resolveré. Y cambia el perfume, me hace doler la cabeza.
Luana rodó los ojos, y salió del cuarto, llevándose con ella la luz. Fue cuando, Baltimore dio un soplido. Ella no le molestaba, pero el tipo de magia que usaba solía agotarlo, eso y sus tantas dobles intensiones de todo, cuando el solo tenía algo en mente.
Con Circe, no podía hacer mucho, y solo alejado de ella podía concentrar sus energías para poder encontrar a Nenet. Sin embargo, a donde fuera, siempre terminaba en el mismo lugar. En la nada, justo como lo hacía cuando estaba junto con su antigua esposa.
Algunos siglos atrás.
No podía dormir. No, sabiendo que cada día que pasaba la luna se hacía más grande. Porque la noche que cambiará, y se transformara eb una sola línea curva en cielo oscuro, llegaría lo que tanto temía.
Salió de la cama, y se calzo. Tratando de alumbrar lo menos posible, busco un abrigo. Estaba decidido, se iría de allí. Seguro de que nadie lo extrañaría, pero que todos los involucrados en el sacrificio correrían tras él.
Listo, ató su blanca cabellera en una coleta, y sin hacer ruido salió de la habitación. Cuando creyó que nadie más lo vería, choco contra ella, y lo obligó a retroceder. Algo en aquella mujer le hacía temer. No estaba seguro si era esa mirada similar a la de una bestia, o el aura oscura que la rodeaba todo el tiempo.
—¿A dónde vas, Baltimore?
—Lejos de aquí —gruño—. No pienso hacer esto.
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¿A Que Le Teme Circe? - [Tales Of Arcadia, Au]
Fantasía🔸Libro 3🔸 Negar la naturaleza de la magia nunca fue tan difícil hasta que esta se hacia presente cada día que pasaba. Circe Hestigio estaba convencida de que nunca llegaría a ejercer la nigromancia o la magia de sombras, pero su curiosidad ingenu...