Una semana después:
Observo mi mano apoyada sobre mi pierna mientras que muevo mi pie sobre el suelo sin parar, y ver ese precioso anillo que me ha dado cuando me pidió matrimonio; me hace sonreír. —Hermosa, relájate, no es como que te vayan a operar o algo así— Me pide mi futuro esposo colocando su mano sobre la mía y volteo a verlo.
Sus ojos negros se fijan en los míos, y esa sonrisa que me da, podría calmarme por completo, pero en esta ocasión es casi imposible —¿No estas nervioso? — Le pregunto un tanto confundida, y él niega con su cabeza.
—Emocionado, eso es lo que estoy— Explica y como siempre, me roba la sonrisa más sincera en los momentos más complicados.
Llevo mi mano a su rostro, acaricio su mejilla suavemente y me pierdo en cada detalle perfecto de su rostro —Serás un papá increíble— Murmuro.
—Y tú la mejor madre del mundo, ya verás— Me asegura y es así como él siempre consigue que todo sea mejor a pesar de los miedos y de las dudas.
En estos días hemos conversado acerca de muchas cosas relacionadas al futuro, pero también hemos decidido ir poco a poco... Para comenzar, aún no le hemos dicho a nuestras familias acerca de la boda y mucho menos de bebé. Decidimos esperar a esta cita medica para saber que todo está bien, y de ser así, luego hablaremos con ellos para darle la noticia del bebé y de nuestra próxima boda, para la cual todavía no tenemos fecha.
—¡Rocío Buschiazzo! — Llama una enfermera cuando cruza la puerta que da a esta sala de espera, y con mis nervios a flor de piel, me levanto de la silla.
—Aquí— Digo para que me vea y rápidamente me acerco a ella seguida por Bruno.
—Síganme por favor— Nos pide y comenzamos a caminar por el largo pasillo hasta que finalmente no hace entrar a uno de los consultorios que está casi al final.
Una vez que entramos, ella se sienta frente a la computadora que está allí, Bruno se sienta en una de las sillas ubicadas contra la pared, y obviamente yo me ubico en la camilla. La enfermera comienza a hacerme una serie de preguntas que honestamente me parecen un tanto incomodas ante la presencia de él, pero ignorando la extrema atención que Bruno pone a las respuestas que doy, continuo hasta que ella tiene toda la información necesaria y luego me deja saber que el doctor llegara en unos minutos.
Una vez que ella sale del consultorio, miro a Bruno y muero de amor ante la manera que mira los diferentes posters que hay colgando en la pared, los cuales dan información de todo el ciclo del embarazo —Supongo que será apenas un puntito, ¿no? — Comenta haciéndome sonreír.
—Yo creo que sí, ha de ser muy pequeñito... es que no debo tener mucho tiempo— Respondo y cuando él está a punto de rebatir, un hombre de cabello negro y ojos verdosos que calculo tiene unos más de cuarenta años, entra al consultorio.
—Buenas tardes, soy el doctor Rosario— Se presenta con nosotros mientras que se va acercando a la computadora —Rocío, ¿Cómo te sientes? — Me pregunta mientras va leyendo la información.
De a poco le voy contando acerca de lo cansada que me he sentido, y de los mínimos cambios que he notado hasta ahora en mi cuerpo haciendo que él asienta mientras que coloca unos guantes de látex. Él nos explica el procedimiento de ultrasonido y de podemos llegar a ver hoy a través de este y me da indicaciones de lo que debo hacer. Sigo una a una sus instrucciones, y una vez que el comienza con el procedimiento, la pantalla que tengo frente a mi comienza a cambiar de imagen hasta que él se detiene en un punto muy específico.
—Por lo que veo has de tener unas tres semanas de gestación— Explica y se queda mirando la pantalla con un poco más de detenimiento.
—¿Todo bien doctor? — Pregunta Bruno y puedo notar la preocupación en su voz, y, a decir verdad, yo también comienzo a preocuparme.
—Si, todo esta en orden, lo que si debo informarles es que hay dos sacos amnióticos— Nos informa y creo que he escuchado mal.
—¿Qué? — Pregunto en un susurro.
—Van a tener mellizos— Informa sin más y al voltear a ver a Bruno, puedo darme cuenta de que él tampoco sabe muy bien cómo reaccionar. Vuelvo a mirar hacia la pantalla, y siento como mi corazón se acelera de sobremanera... me cuesta respirar...
«No, no puede ser... esto ya es demasiado... no estoy preparada para algo como esto, ¿mellizos?» Me cuestiono y siento que todo va empeorando...
—Rocío, ¿te sientes bien? — Me pregunta el doctor y niego mientras que me siento en la camilla.
—No puedo respirar...— Es lo único que consigo decirle y de repente todo da vueltas hasta que se vuelve oscuro y no sé nada más de lo que ocurre a mi alrededor.
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Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
RomanceRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...