Salgo de la ducha, envuelvo mi cabello en una toalla y mi cuerpo con otra, y salgo del baño para ir a la habitación y colocarme algo de ropa «unos leggins, una camiseta blanca algo suelta y unos tenis deportivos lo harán por hoy» pienso mientras que me termino de vestir y salgo de la habitación y al salir el aroma a café y tostadas invade mis sentidos, pero por alguna razón el aroma no me agrada en absoluto.
—Dios que asco este olor...— me quejo mientras me acerco a Bruno y él me mira de manera extraña.
—¿Asco? — pregunta oliendo cada cosa que esta sobre la mesa.
—Debo ser yo, desde que volví del viaje me siento rara, creo que el pescado crudo ese que comí en una de las cenas con ellos— comento tomando asiento en una de las sillas alrededor de la mesa.
—¿Sushi? ¿has comido sushi? Pero si tu lo odias...— comenta sentándose a mi lado y sirve café en mi taza.
—No quería quedar mal, pero en verdad es asqueroso, ¿Cómo puede gustarle la gente? — indago haciendo que él se ría.
—Gustos mi amor...— murmura y tomo una de las tostadas para untarla con manteca y mermelada, pero solo con mirarla debo dejarla a un lado —¿Qué pasa? —
—No tengo hambre— miento.
—Mmmm... creí que estarías muerta de hambre después de nuestro amanecer— bromea acercándose a mis labios y me besa castamente haciéndome sonreír.
—Debería, pero creo que he desayunado tan bien, que no necesito comida— murmuro divertida y lo vuelvo a besar.
—No sabía que yo formaba parte de tu dieta alimenticia— me dice entre risas y muerdo mis labios.
—Claro que sí, eres la parte más esencial— rebato divertida y mi guapísimo novio continúa desayunando tal como si no hubiera comido en siglos —no sé donde metes toda esa comida— comento —solo con verte comer así me da asco otra vez— explico y me mira entrecerrando sus ojos.
—¿De verdad crees que fue el sushi? — me pregunta de la nada.
—Es lo único extraño que comí tal vez me intoxique— respondo haciendo memoria de todo lo que ingerí durante el viaje.
—La intoxicación de sushi no hace que te de asco el olor a café y las tostadas— explica.
—¿Eres un experto en intoxicaciones o qué? — pregunto intentando no reírme.
—No, pero estarías volviendo el estomago o con fiebre... no sé, pero definitivamente no es el sushi— sentencia.
No puedo más que mirarlo expectante y sorprenderme ante sus habilidades medicas que desconocía hasta este momento —¿y entonces doctor? ¿Qué crees que sea? — inquiero y en estos instantes lo estoy retando.
—Te diría que todo podría indicar síntomas de un embarazo, pero tu te cuidas y además sería muy pronto para que ocurriera algo así, asique podríamos decir que puede ser un virus, deberías ir al doctor por si acaso— explica como todo un experto y en estos instantes siento que el mundo se ha detenido completamente. Me levanto de la silla, y no puedo más que pensar en lo idiota que fui.
—¡Mierda! — grito de la nada y rápidamente voy al baño para mirar el pastillero mensual para darme cuenta de que hay varios días en los que no tome la pastilla anticonceptiva.
—Hermosa, ¿Qué pasa? — lo escucho preguntarme y al darme la vuelta lo veo parado bajo el marco de la puerta.
—¡Esto pasa! ¡Me quiero matar! ¿Cómo pude ser tan imbécil? Es que al regresar de España decidí darles una pausa, y claro... me desacostumbre y me olvide de tomarlas algunos cuantos días— le explico llorando de rabia.
—Mi amor...— murmura acercándose a mí.
—¡No! ¡Es que no puedo ser tan idiota y menos ahora! — me reclamo a mí misma dándome la vuelta y apoyando mis manos sobre la encimera del lavamanos —¿Cómo pude olvidarlo? Es que no puede ser posible... no ahora que me ofrecieron un ascenso...—
—Tranquila hermosa— murmura abrazándome desde atrás.
—Es que no debí olvidarlo—
—Tenemos que ver si es eso o no primero— me alienta mientras que de mis ojos se escapan lagrimas que van llenas de reclamos y tristeza.
—¿Y si estoy embarazada? — pregunto mirándolo a través del reflejo del espejo.
—Pues seremos padres y eso estará bien también, ¿no? — responde con dudas.
—¿Y mi trabajo? ¿Cómo voy a seguir con todo eso? No es fácil con un hijo...— rebato frustrada.
—¿Por qué no vamos un paso a la vez? —
—No quiero estar embarazada— confieso y por algún motivo él me suelta.
—Lo entiendo— sentencia y se da la media vuelta para salir del baño dejándome sola aquí en medio de mi caos emocional.
«Sé perfectamente que él no me puede entender, y que probablemente este pensando que soy una egoísta, pero realmente no estoy preparada para algo así... no ahora...no cuando apenas estoy asumiendo que si soy capaz de ser feliz con alguien más que no sea Sebastián ...»
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Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
Storie d'amoreRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...