15. Desenfreno

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A toda prisa, Bruno y yo nos subimos al coche y de la misma manera, enciende el auto y conduce hacia no sé dónde. No reconozco las calles, pero con el alto nivel de alcohol que llevo entre mis venas, dudo que pueda reconocer algo. Una de sus manos sostiene el volante y su otra mano va directamente hacia a mi pierna y me comienza a tocar de una manera más que provocativa. No estoy segura si es por el alcohol, o por las ganas que tengo de estar con él, pero mi mano va directamente a su entrepierna y comienza a torturarlo.

—¡Joder Rocío! — Exclama y dobla en un callejón oscuro para rápidamente estacionar el auto. Apaga el motor, desabrocha su cinturón de seguridad y yo hago lo mismo que él. De repente, él baja del auto. —Ven. — me pide.

Bajo del auto como puedo ya que me siento más torpe que nunca y entendiendo que quiere que vayamos al asiento de atrás, subo al igual que él y cerramos las puertas. —ven aquí. — dice firme y coloca su mano sobre mi nuca para hacer que me acerque a él y así comenzar a besarnos como si no hubiera mañana. —¡me encantas! — sentencia besando mi cuello y su otra mano comienza a levantar mi minifalda.

—Y tú a mi... me vuelves loca. — confieso y voy quitando su camiseta.

Me sigue besando a la vez que me desnuda y yo hago lo mismo con él. Poco a poco nos vamos acomodando hasta que yo quedo sentada encima suyo mirándolo de frente y con mi ropa completamente ausente, nuestros labios se reúsan a soltarse, muestras manos no dejan de acariciar el cuerpo del otro y así, sin preámbulos él entra en mí y vaya que me gusta la manera que me hace el amor... o mejor dicho que me "folla" ... como dicen aquí.

—Me encanta cada detalle de ti...— me dice entrecortado mientras me hace suya sin piedad.

«Esto es tan excitante... tan único...»

Es tan despiadada la manera en que nos amamos, que nuestros cuerpos se deshacen por el otro y el placer absoluto se hace presente. —¡Te amo! — grito de manera incoherente aferrada a él cuando mi cuerpo no lo resiste más.

«Mierda... ¿Qué hice? Soy una idiota...»

Me mira confundido —¿Qué dijiste? — pregunta agitado.

Me quedo en silencio por un instante intentando recuperar el aire, pero todo me da vueltas... —No sé qué dije, no me hagas caso... es el tequila. — invento aun sentado sobre él.

Una estúpida sonrisa se dibuja en su rostro y acaricia mi mejilla —los niños y los borrachos dicen la verdad...— comenta y vuelve a besarme. —no tienes idea de lo mucho que me gustas... de cómo me hiciste falta...— susurra sobre mis labios.

—¿Qué hay de ella? — pregunto mientras siento que todo me da vueltas.

—No hablemos de eso ahora, solo déjame seguir besándote... inhalar el aroma de tu presencia... quiero disfrutar toda esta noche contigo...— expresa y no puedo más que asentir.

—Vamos a mi piso.— propongo aferrada a él.

Sonríe ampliamente y vuelve a besarme. —vamos. —

[...]

No sé muy bien como llegamos a mi piso, tan solo sé que no nos pudimos dejar de besarnos durante en todo el camino y que lo seguimos haciendo mientras entramos. Él me toma entre sus fuertes brazos y hace que enrede mis piernas en él para que así cargándome, vayamos hasta mi cuarto.

Una vez que entramos a mi cuarto, me baja haciendo que mis pies toquen el suelo lentamente, me acorrala contra la pared y vuelve a desvestirme de una manera salvaje. Yo solo puedo hacer lo mismo con él hasta que de alguna manera en medio de pasos torpes vamos caminando y caemos sobre la cama para volver a perder el control de todo.

—Deseaba tanto estar así contigo nuevamente...— confiesa haciendo que me abrace a él mientras recuperamos el aire.

—Yo también...— digo, pero el cansancio comienza a ganarme hasta que no se mas de nada.

[...]

Al día siguiente

«¡Mierda que me duele la cabeza!» me quejo en mi interior. Abro mis ojos lentamente y lo observo completamente dormido y desnudo a mi lado. Esta vez es diferente, en vez de querer salir huyendo de aquí solo quiero abrazarme a él, pero no quiero despertarlo aun...

Cuidadosamente, me levanto de la cama, me coloco su camiseta y voy a la cocina por una aspirina y jugo de naranja para el dolor de cabeza. Después de tomarme algo para el dolor de cabeza me decido a preparar el desayuno. Estoy muy entretenida en mi tarea cuando siento como si me observaran y al darme la vuelta, me encuentro con esos ojos profundos que me encantan mirándome fijamente.

—Hola. — digo tímidamente.

Él camina hacia mi lentamente con una enorme sonrisa tatuada —hola, ¿no me vas a echar? — pregunta pícaramente.

Niego con una enorme sonrisa en mi rostro —no...—

—Creo que deberíamos hablar, ¿no? — me pregunta y se por donde va, al menos eso creo...

—Creo que sí. — me limito a decir y siento que es la hora de la verdad.

Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora