Unos días después (sábado)
No diré que todo volvió a la normalidad porque no es así, ya no pasamos todas las tardes juntos conversando, yendo a pasear y mucho menos pasándola bien en la cama, pero al menos algo mejoraron y hoy es la dichosa fiesta a la que me invito el otro día.
Esta es la noche donde sacare a la "femme fatale" que dicen que todas las mujeres tenemos. Minifalda color negra, una blusa del mismo color con la espalda descubierta, y tacones haciendo juego. Mi largo cabello castaño oscuro cae libremente dejando ver las ondas que conseguí gracias a la planchita de pelo, mi maquillaje en tonalidades grises hace resaltar mis ojos azules, y mis labios pintados en un tono natural, da armonía a mi rostro.
El ruido del timbre hace que busque mi pequeño bolso para luego ir hacia la puerta y abrir —Buenas noches. — digo sonriente y frente a mi tengo esos ojos negros que dan la impresión de descubrir todos mis secretos. Me mira de pies a cabeza y por dentro pienso «primer objetivo cumplido.»
Lo miro a él y no puedo dejar de apreciar la manera que ese jean desgastado se ajusta a su cintura jugando con mi imaginación, esa camiseta color blanca con cuello en V se ajusta a su torso y solo estoy pensando en cómo quitársela. —Vaya...— comenta y me da una media sonrisa. —Eh... ¿vamos? — propone y salgo de mi piso cerrando la puerta detrás de mí.
—Vamos, ¿y tú chica? — pregunto mientras ya caminamos por el pasillo.
—Nos encuentra allá más tarde, aún no salió del trabajo. — explica.
«Bien... tengo tiempo para estar sola con él.»
Subimos al elevador y una vez dentro, puedo sentir como el ambiente se transforma... —Nunca me dijiste de quien es la fiesta. — informo.
Él se queda callado y solo cuando estamos llegando al lobby, me responde —es la fiesta de cumpleaños de Santiago. — explica y creo que esto se pone más interesante a cada minuto.
—Ah ya...— me limito a responder mientras vamos caminando hasta salir del edificio y luego nos subimos a su coche.
[...]
Después de algunos minutos de incomodidad en el auto y música a todo volumen para evitar conversaciones incomodas, llegamos al bar donde es la fiesta y estoy realmente sorprendida que lo hayan cerrado para este evento, cabe destacar que el lugar esta llenísimo de gente.
—Como que tu amigo es muy popular, ¿no? — comento y aprovecho la excusa de que la música está muy alta para hablarle al oído.
—Es un abogado muy reconocido, y como sabes el dinero no compra el amor, pero hace que haya mucha gente cerca. — me explica al oído. —hueles exquisito. — señala mirándome fijamente.
—Gracias. — rebato.
—Vamos a saludar al cumpleañero. — propone y para poder caminar entre la gente me toma de la mano.
«Sus manos... como me encantan...» solo con recordar las maravillas que hacían en mi cuerpo, me provoca llevármelo lejos de aquí.
—¡Santi! ¡Feliz cumpleaños! — exclama cuando estamos enfrente de su amigo y me suelta para abrazarlo.
—¡Gracias tío! Veo que has venido muy bien acompañado. — Comenta al verme.
—Feliz cumpleaños— digo alto y luego lo saludo con dos besos como acostumbran aquí.
—Te ves deslumbrante... ¿te ofrezco algún trago? — ofrece amablemente.
—Justo íbamos para la barra. — interrumpe Bruno.
«¿Ah sí? ¿Cuándo dijimos eso?» Me pregunto a mí misma, pero me encanta que tenga esta extraña actitud.
—Vale, los veo después. — dice Santiago «juro que el acento de los españoles me parece encantador...» y así, como si nada, Bruno me toma nuevamente de la mano por ir hasta la barra.
—¿Qué quieres tomar? — me pregunta cuando estamos parados frente a la barra.
—Tequila. — respondo muy segura y él sonríe.
—Una mujer atrevida... al menos para los tragos. — dice y lo miro entrecerrando los ojos.
—¿Por qué dices que "al menos para los tragos"? — pregunto, pero el bar tender nos interrumpe.
—Tráeme una botella del mejor tequila que tengas. — le pide y río.
—¿Una botella? — pregunto sorprendida.
—Sí, una que nos tomaremos juntos. —responde acercándose un poco más a mí y me sonríe.
—Deberías guardarle un poco a Carolina. — le comento y por dentro sonrió triunfal.
El bar tender le entrega la botella y dos caballitos —no te preocupes, tú solo tomate esta botella conmigo. — indica mientras sirve el tequila.
—El primer shot.— comento y después de un chocar los caballitos, tomo de una el tequila sintiendo que me quema la garganta.
—¡Otro!— dice con entusiasmo y va el segundo.
No sé cuántos llevamos exactamente, pero seguro son más de cinco cuando me propone bailar. Está sonando la canción de moda de Maluma y no se cual es exactamente porque ya estoy mareada. Solo me muevo junto a él de la manera que la canción lo pide y pego mi cuerpo lo más que puedo al suyo. —como te extraño en mi cama. — me susurra al oído cuando estamos bailando y siento que necesito otro tequila más.
—Bruno...— digo dándome la vuelta para quedar frente a frente y llevo mis brazos por encima de sus hombros y me sigo moviendo.
—¿Por qué lo dejamos si tenemos tanta piel? — cuestiono y yo quiero gritarle que me enamore de él, pero esa táctica solo hará que huya.
—Necesito otro tequila. — decido decir fingiendo mi mejor sonrisa y él ríe.
Me deja un instante en la pista de baile, busca la botella que esta sobre la barra y regresa conmigo. —toma. — dice y me deja claro que me dará tequila del pico de la botella mientras seguimos bailando.
«Para que yo acepte esto es porque definitivamente estoy sobrepasando mis límites con el alcohol...»
—Hubiera traído el vaso...— consigo decir entre risas.
—No quiero soltarte... no sabes lo que te extraño. — me susurra amarrando mi cuerpo con el brazo que sostiene la botella y con su otra mano acaricia mi rostro .... «yo también te extraño...» pienso y cuando menos me doy cuenta me besa haciendo que su lengua invada mi boca.
Nos separamos solo un instante —como me gustas...— digo sobre sus labios e intento besarlo nuevamente.
—Vamos...— me pide agitado antes que consiga besarlo. —Al baño... al auto... donde tú quieras...— me propone.
—Auto...— consigo decir y sin que hagan falta más palabras salimos del bar como dos fugitivos.
ESTÁS LEYENDO
Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
Storie d'amoreRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...