(Al día siguiente)
Se podría llegar a decir que el ultimo día de trabajo en San Francisco fue un poco más sencillo que el primero, al menos Fabricio ya no se ha comportado como un imbécil ni me ha hecho insinuaciones como lo había hecho anteriormente, asique ya con eso yo me llamo "feliz." Por otro lado, ya todo el plan armado para comenzar a trabajar, y solo falta cumplir con papeleos mínimos que serán arreglados entre los abogados de ambas empresas.
—El lunes cuando regresemos a la oficina hablaremos con más calma de tu ascenso, ¿sí? — Me dice Gabriel mientras que caminamos por el aeropuerto para ir a recoger nuestras maletas.
—Si, por supuesto, como usted quiera— Digo sintiendo que todo el cansancio del viaje ha llegado a mi de golpe.
—Descansa, ¿sí? Te ves agotada— Me dice y se sonríe.
—Eso hare, muchas gracias por todo— Le agradezco cuando cruzamos la puerta que da al área donde esperan todos los familiares y amigos, y allí esta Bruno esperándome con un ramo de rosas en la mano.
—¡Bienvenida, mi amor! —Me dice acercándose a mi y sin darme tiempo a nada, me abraza de tal manera que levanta mis pies del suelo.
—Que tengan buen fin de semana— Escuchamos decir a Gabriel, quien sigue caminando hacia donde están las maletas y lo saludamos.
—¡Gracias, usted también! — Decimos al unisonó y mi novio no me da tiempo a nada cuando me besa como si el mundo fuera a terminarse aquí y ahora.
—¡Amor! — Me quejo entre risas y él lentamente me baja haciendo que mis pies toquen el suelo.
—Lo siento, ¿Cómo estás? ¿Cómo ha sido tu vuelo? — Me pregunta sujetando mi rostro entre sus manos.
—Estoy agotada, nunca me sentí así de cansada, en cuanto al vuelo, estuvo bien... ¿vamos por mi maleta? — Le pido y me entrega las flores —Están preciosas, gracias— Digo sinceramente —¿Vamos por la maleta? — Le pido y me toma de la mano para que continuemos caminando.
—¿Has comido bien? ¿Descansaste? — Indaga.
—Si amor, comí bien, descanse... supongo que es el cambio de horario, pero dime ¿tu como has estado? — Pregunto mirándolo mientras caminamos.
—Bien, trabajando en algunos proyectos y extrañándote mucho— Me cuenta y de a poco vamos contándonos todo mientras que recogemos la maleta y luego salimos del aeropuerto para irnos a nuestro departamento.
Sé que si fuera por él nos comeríamos a besos hasta caer en la cama y nos amaríamos hasta el amanecer, pero en estos instantes estoy realmente cansada. Lo único que puedo hacer es quitarme la ropa, ponerme un camisón y rápidamente meterme entre las sabanas —Nunca te vi así, ¿estás segura de que no te has enfermado? — Me pregunta mientras que va quitándose los zapatos para cambiarte también.
—Es el cambio de horario, por eso no me gusta mucho viajar a la costa oeste del país— Me quejo mientras de que me abrazo a la almohada y lo escucho reírse —¿Qué es lo gracioso? — Le pregunto sin mirarlo.
—Nada, solo que nunca te vi así y no sé si preocuparme— Comenta.
—Te prometo que mañana que nos podemos quedar todo el día aquí en la cama, nos daremos la bienvenida como se merece, pero ahora de verdad que necesito dormir— Le explico cerrando mis ojos.
—Mañana ni, aunque quieras te dejo salir de aquí, ya he decidido que te voy a mantener secuestrada todo el sábado— Bromea.
—Me gusta la idea...— Murmuro, pero me gana el sueño y no puedo más que dejarme llevar.
[...]
(Al día siguiente)
Siento la yema de sus dedos en mi espalda por encima de la tela de mi camisón, y sabiendo que es él quien me despierta de esta manera, me hace sonreír —buenos días— Digo para dejarle saber que ya he despertado.
—Buenos días, hermosa, ¿ya te sientes más descansada? — Me pregunta y asiento.
—Si, ya estoy mucho mejor— Respondo y al girarme para poderlo ver, siento que todo se mueve a mi alrededor.
—Mi amor, ¿Qué ocurre? — Me pregunta al darse cuenta de que no estoy bien.
—Me gire muy rápido, pero ya está...— Digo una vez que siento que ya mi cuerpo se ha normalizado y le sonrió —¿En que estábamos? — Le pregunto sensual.
—En darnos los buenos días, ¿no? — Pregunta divertido y se acerca a mi para besarme de una manera llena de intenciones que son igual a las que yo tengo.
—Buenos días...— Digo sobre su boca cuando él va moviendo las sabanas para así acomodarse encima de mi y dejarme saber que de esta manera es como comenzara nuestro sábado de reencuentro.
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Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
RomanceRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...