Regresar a mi piso es lo que menos quería hacer, pero no me queda otra opción. Dormir en un hotel no tiene sentido, y tampoco creo que sea maduro de mi parte seguir intentado evadirlo...
Abro la puerta, dejo mi bolso y mi maletín a un lado, cierro y voy directamente a la cocina para servirme una copa de vino. Ya con mi copa en mano, voy a mi cuarto y salgo al balcón para intentar relajarme, es claro que fue una mala idea, lo primero que me encuentro es a él sin su camiseta puesta y con una botella de cerveza en su mano.
«No lo mires... No caigas en la tentación que es este hombre... Acepta que rehízo su vida y que fuiste una cobarde.» Me grita mi subconsciente.
—¿Día complicado? — me pregunta y ahí caen todas las murallas que mi razón intentaba levantar.
—Mucho. — me limito a responder sin mirarlo y tan solo fijando mi mirada en la hermosa vista de la ciudad de Madrid.
—Roció, no tenemos que estar así. — señala de la nada y ahora si debo mirarlo para intentar comprender de que está hablando.
—¿A qué te refieres? —
—Extraño a mi amiga. — responde acercándose a la pequeña pared que separa su balcón del mío.
Pienso en sus palabras tan solo un instante mientras intento no perderme en sus ojos. «Quizás pueda ser su amiga e intentar enamorarlo, ¿no?»
«No seas estúpida, ¿Viste lo que es su novia?» Me respondo a mí misma.
—Me pasa igual, extraño a mi amigo. — respondo y ahí va mi orgullo tirándose por el balcón.
Esto es lo malo de enamorarse de un tipo como Bruno, un hombre tallado por el mejor escultor, pero sin corazón «¿O es que me equivoco y sí tiene corazón? Si tiene novia es que algo siente por ella... ¿no? eso quiero creer.»
—¿Amigos nuevamente? — me pregunta ofreciéndome su mano para estrecharla.
—Amigos nuevamente. — afirmo sabiendo que quizás no sea la decisión más inteligente de mi vida y estrecho su mano.
—¿Puedo? — pregunta refiriéndose a si puede saltar la pared.
—¿Y tú chica? — pregunto confundida.
—No está, tenía que trabajar. — explica.
Miro el reloj y me doy cuenta que son más de las nueve. —¿A esta hora? — pregunto confundida y bebo un sorbo de vino.
—Es stripper. — responde como si nada y creo que me acabo de ahogar con el vino. —¿Te encuentras bien? — pregunta dándome un golpe en la espalda.
—Me atragante. — logro decir después de mi ataque de tos.
«Esto sí que no lo esperaba.»
—Te sorprendió, ¿no? — me pregunta con una estúpida sonrisa en su rostro que hace que lo mire como una idiota.
«¿Por qué me puede así?» pienso y por dentro estoy suspirando.
—Un poco... no esperaba que comenzaras una relación seria... y mucho menos con una...— intento decir.
—Stripper. — dice terminando la frase que yo no pude finalizar.
—Aha.—
—Para mí la profesión no tiene nada que ver con lo que es la persona, y ella es estupenda. — explica y esto sí que me sorprende, tiene corazón...
—¿Y cómo la conociste? ¿En su lugar de trabajo? — pregunto sin poder mirarlo.
—Si, en una noche de despecho. — responde serio y no se quiero indagar más, tengo miedo a que no me guste su respuesta.
—Comprendo...— es lo único que digo.
—¿Y tú? No vi a nadie venir a tu piso...— comenta y odio que sea tan directo a veces.
—Estuve muy ocupada con mi trabajo.— me defiendo.
—¿Segura que es eso? ¿O es que tienes miedo de que te suceda lo mismo que conmigo? — cuestiona y ahí está nuevamente su indiscreción, esa que por momentos me deja en jaque.
—Algo así, pero si estuve ocupada. —
—¿Sera que puedes dejar tus ocupaciones a un lado y venir a una fiesta el sábado? — me pregunta.
«¿Una fiesta? ¿con él y su flamante novia? Genial...»
—Me hará bien salir. — Me limito a responderle y ahí va nuevamente mi orgullo buscando nuevas maneras de suicidarse
—Perfecto, te presentare a unos amigos que no buscaran quedarse a dormir en tu casa. — comenta de manera sarcástica y creo que lo acabo de asesinar con mi mirada.
«¿Se habrá dado cuenta que murió?»
—De acuerdo. — respondo cortante.
—Te divertirás. —
«No, no se dio cuenta...»
—Bueno, si no te molesta tengo que ir a trabajar en una campaña publicitaria que debo que entregar mañana. — le dejo saber con la clara intención de que se vaya.
—De acuerdo, entendí el mensaje. — responde sonriente.
«Me alegra que sea tan inteligente cuando quiere...»
—Nos vemos. — sentencio haciéndome la que está todo bien y entro a mi piso.
Aquí hay dos opciones... o lo enamoro, o me olvido de él... creo que comenzare por la primera y dejare la segunda como un plan B.
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Mi Vecino, El Mujeriego [TERMINADA]
عاطفيةRoció Buschiazzo, una mujer de 29 años se muda a la ciudad de Madrid por trabajo después de haber vivido en algunas cuantas ciudades del mundo. Lo que ella no sabe, es que el nuevo vecino que le toco no es como los otros tantos vecinos, él es un hom...